Lo que es no tener nada qué hacer y estar inventando problemas. Si creías que ya habías escuchado de todo, esperate que Donald Trump salió con una idea bastante… peculiar: cambiarle el nombre al Golfo de México. Sí, no es broma. Según él, deberíamos empezar a acostumbrarnos a llamarlo “Golfo de América”.
“Hacemos la mayor parte del trabajo ahí”
Durante una conferencia en Florida, a días de volver a la Casa Blanca, Trump volvió a enlistar todos los problemas que tiene con México: el fentanilo, la migración, y claro que siguió haciendo hincapié en calificar a los grupos de crimen organizado como terroristas. Pero esta vez, le agregó su idea de cambiarle el nombre al Golfo de México:
“México está en problemas. Es un lugar muy peligroso. Pronto vamos a anunciar un cambio, porque hacemos la mayor parte del trabajo ahí y es nuestro (…) le vamos a cambiar el nombre al Golfo de México a Golfo de América. El Golfo de América, qué lindo nombre. Es apropiado”.
¡Qué conveniente! Y más porque, eso de “Golfo de América” más que homenaje al continente que compartimos, suena a referencia obvia a Estados Unidos, de por sí los mismos estadounidenses se refieren a su país como “América”. Parece que no soportan ver el nombre de México en ningún lado que hasta les incomoda el Golfo de México.
¿Realmente Trump le puede cambiar el nombre?
No es la primera vez que Trump intenta acaparar la conversación con sus ocurrencias sobre México. Si no está hablando de aranceles o cerrando fronteras, ahora quiere rebautizar un golfo que, por cierto, también toca las costas de Cuba y, obvio, Estados Unidos. Pero, ¿realmente puede hacerlo?
Pues no, o al menos no es tan simple. Para cambiar el nombre del Golfo de México no basta con un berrinche presidencial. Esto implica procesos legales y diplomáticos entre los tres países que comparten este cuerpo de agua. Sí, Trump, aunque le encante tomar decisiones al aire, no puede simplemente agarrar un Sharpie y renombrar el mapa.
El Golfo de México toca las costas de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán en nuestro país, mientras que del lado estadounidense llega a Florida, Alabama, Mississippi, Louisiana y Texas. Ah, y también tiene un pedacito en Cuba.
Es decir, hay muchos intereses involucrados, y cambiarle el nombre no es tan sencillo, tendría que haber un consenso entre todos los países. Y ni hablar de que se tendría que cambiar el nombre en cada tratado, mapa, varios organismos internacionales lo tendrían que avalar, y mucho mucho papeleo. En fin, otra anécdota que contar de Trump.
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