Las grandes corporaciones tecnológicas han moldeado nuestra realidad digital durante años, pero, ¿hasta qué punto son neutrales en el juego del poder político?
El caso reciente de Google, con su cambio de nombre del Golfo de México a “Golfo de América” para los usuarios en Estados Unidos y la eliminación de eventos conmemorativos de Google Calendar, deja en evidencia cómo estas empresas, lejos de ser observadoras imparciales, responden a intereses políticos y económicos.
Google y la reescritura de la geografía
Este 10 de febrero, Google Maps implementó una modificación significativa: el “Golfo de México” fue renombrado como “Golfo de América” para usuarios en Estados Unidos. Esta decisión, que responde a la orden ejecutiva 14172 firmada por Donald Trump, parece un gesto simbólico que busca reforzar una narrativa de supremacía nacionalista. Incluso Trump decidió nombrar el 9 de febrero como el “Día del Golfo de América”.
Tomando en cuenta que para los estadounidenses “América” es sólo su país y no el continente completo, ya te das una idea de por qué justamente poner ese nombre al Golfo de México. Aunque Google justificó el cambio asegurando que su plataforma se basa en bases de datos oficiales de cada país, es difícil ignorar la carga política de esta decisión.
Este movimiento pone en cuestión la supuesta neutralidad de las empresas tecnológicas, que en su papel de intermediarias de información pueden alterar nuestra percepción del mundo con un simple ajuste en una base de datos. Si un gobierno puede presionar a una compañía para redefinir algo tan fundamental como un nombre geográfico, ¿qué otras realidades podrían ser moldeadas de manera similar?
La invisibilización de la diversidad en Google Calendar
Otro cambio que ha causado controversia es la eliminación de eventos conmemorativos en Google Calendar. Fechas como el Mes del Orgullo, el Mes de la Historia Negra y el Día del Recuerdo del Holocausto desaparecieron de la aplicación, dejando en el aire la pregunta de si fue una decisión puramente administrativa o una respuesta a las presiones de sectores conservadores.
Google argumenta que mantener manualmente una gran cantidad de eventos culturales globales se volvió “insostenible”, por lo que decidió volver a mostrar únicamente días festivos nacionales. Sin embargo, para muchos, esta decisión es más que un simple ajuste técnico, es un reflejo del creciente temor corporativo a incomodar a ciertos grupos de poder. Google no se vió obligado a eliminar esas fechas, Google decidió hacerlo.
En una época donde la representación de las minorías en el espacio digital es clave, la desaparición de estas fechas envía un mensaje claro y preocupante: la historia y la identidad de ciertos grupos pueden ser fácilmente relegadas al olvido.
La falsa neutralidad de las grandes corporaciones
El caso de Google es solo un ejemplo de cómo las grandes empresas tecnológicas no solo reflejan la política, sino que activamente la modelan. La aparente neutralidad es, en realidad, una postura estratégica que cambia según los vientos políticos y económicos. La pregunta no es si estas empresas tienen una agenda, sino cómo y cuándo deciden alinearse con ciertos intereses.
El poder que ostentan sobre la información que consumimos es inmenso. Deciden qué nombres geográficos son válidos y qué conmemoraciones merecen ser visibilizadas. En un mundo donde los datos digitales definen la realidad, ¿qué tanto estamos dispuestos a aceptar sin cuestionar?
Las grandes corporaciones no son entes pasivos; son actores políticos con intereses claros. Y si no prestamos atención, un día podríamos despertar en un mundo donde la historia, la identidad y hasta la geografía han sido redefinidas sin que nadie lo haya decidido democráticamente.
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