Con la noticia de que van a topar el precio de la gasolina a 24 pesotes, pero antes de que te emociones demasiado, ojito porque el gobierno todavía está negociando con empresarios gasolineros. Según lo que dijeron en la mañanera, este “acuerdo voluntario” se hará oficial en dos semanas.
Un tope de precio, pero ¿para quién es el beneficio real?
Claudia Sheinbaum, junto con la secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar, y el director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, anunciaron que este nuevo esquema de precios finales al público buscaría contener la inflación, frenar el huachicol y ayudar un poco a los consumidores.
Aunque suena bien, no es que nos estén haciendo un favor bajando la gasolina, sino que en realidad buscan regular el “huachicol fiscal”, es decir, el combustible que entra al país sin pagar impuestos y genera una competencia desleal. La Organización Nacional de Expendedores de Petróleo (Onexpo) asegura que en México se consumen alrededor de 40 millones de litros diarios de estos combustibles “huachicoleros”.
Cómo funcionará el nuevo esquema de precios
La solución que propone el gobierno es fijar un precio mínimo de 21 pesos y un máximo de 24 pesos por litro. O sea, si encuentras gasolina más barata, podría ser “huachicol”, y si la ves más cara, Pemex absorbería la diferencia.
Sin embargo, aquí está la trampa: el precio máximo de 24 pesos por litro ya es una realidad en muchas gasolineras del país, lo que deja en el aire la supuesta “ventaja” de esta medida para los consumidores. Si bien Sheinbaum insiste en que este acuerdo evitaría gasolinazos futuros, también significa que no veremos precios más bajos de lo que ya estamos pagando.
Y eso que desde que AMLO andaba en campaña prometió gasolina en 10 pesos, pero ya vimos que no pasará, y en cuanto a eso de evitar gasolinazos también hay que verlo con duda, porque Morena tiene la tendencia de hacer gasolinazos silenciosos.
El verdadero motivo detrás de la medida
El meollo del asunto es que el gobierno quiere controlar los precios sin tocar directamente los impuestos, como el IEPS, que normalmente influye en la tarifa final de los combustibles. Además, al fijar un precio mínimo de 21 pesos, las autoridades pretenden evidenciar y eliminar la competencia desleal de quienes venden gasolina más barata sin cumplir con las regulaciones fiscales.
La pregunta del millón es: ¿realmente esto beneficia a los consumidores o a Pemex? Lo que sí es seguro es que el billete para la gasolina sigue pesando en los bolsillos y las promesas de combustibles “más baratos” siguen quedándose en el aire.
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