Profeco desmiente lista viral de alimentos permitidos en cines

¿Ya tenías listo tu pollo rostizado y tu olla de pozole para ir al cine? Tristemente, te traemos malas noticias. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) desmintió la supuesta lista de alimentos permitidos en las salas de cine que se hizo viral hace unos días.

La lista falsa que nos ilusionó

La semana pasada comenzó a circular en redes sociales un listado en el que supuestamente Profeco establecía qué alimentos podían ingresar los consumidores a los cines sin restricciones. Entre los productos mencionados estaban pizzas en caja pequeña, nuggets, galletas, refrescos y hasta fruta picada.

La difusión del documento provocó reacciones divididas. Mientras algunas personas celebraban la posibilidad de evitar los altos precios de la dulcería y poder meter tamales y demás a la sala, habían quienes cuestionaban la medida, argumentando que permitir alimentos externos podría generar problemas de higiene y olores en las salas.

Profeco aclara: la lista no es real, pero sí hay derechos

A través de un comunicado, la Profeco aclaró que nunca emitió ninguna lista y que la información era completamente falsa o sea pura fake new. Sin embargo, aclaró que los cines no pueden obligar a los consumidores a comprar alimentos exclusivamente en sus instalaciones ni negarles el servicio por razones ajenas a sus políticas comerciales.

No obstante, también recordó que los clientes aceptan los términos y condiciones de cada cine al comprar un boleto, por lo que si un establecimiento prohíbe la entrada con alimentos externos, los asistentes deben respetar dicha norma.

El debate real: los precios de la dulcería

Aunque la lista resultó ser falsa, reavivó un tema que duele más que un final trágico en una película: el precio de la dulcería. Ir al cine se ha convertido en un lujo para muchos. Una sola salida cuesta al menos 265 pesos, considerando solo un boleto para una sala tradicional, palomitas y un refresco jumbo. Si vas acompañado, la cifra se dispara, convirtiendo lo que debería ser una experiencia accesible en un gasto difícil de justificar y pagar.

Sí, existen combos y descuentos en boletos de vez en cuando, pero la realidad es que disfrutar de una película en la pantalla grande sigue siendo caro. No es un bien de primera necesidad, pero es un espacio de entretenimiento que, poco a poco, se ha vuelto inaccesible para muchos. Porque el cine no solo es ver una película: es compartir, emocionarse y desconectarse del mundo por un rato. Y eso, en tiempos como estos, también debería ser para todos.

Este episodio deja en evidencia que el problema no es solo qué se puede o no llevar al cine, sino el impacto que los altos precios tienen en la experiencia de los asistentes. Mientras tanto, Profeco recomienda a los consumidores revisar las políticas de cada cadena y ejercer su derecho a elegir dónde ver sus películas sin gastar de más.


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