Turistas estafan a artesana en Yucatán pagándole con pesos argentinos

Hay que decirlo claro: hay extranjeros que abusan de la gente local y lo que pasó con una artesana en Yucatán es la prueba perfecta (otro ejemplo es el de Joan Serra Montagut). Un par de argentinos se aprovecharon de su desconocimiento del tipo de cambio y le pagaron con pesos argentinos como si valieran lo mismo que los mexicanos. 

¿El resultado? La artesana prácticamente regaló tres blusas bordadas que cuestan $1,100 pesos mexicanos a cambio de… ¡$20 pesos! ¡Sí, veinte pesos!

Estafan a artesana en Yucatán con pesos argentinos

La vendedora muestra los billetes que le dieron y, aunque notó que no eran mexicanos, los turistas la convencieron de que su valor era equivalente. Esto no solo es un engaño descarado, sino una falta de respeto al trabajo artesanal, que muchas veces toma días o incluso meses en realizarse.

María del Carmen Pech, quien difundió el video en Facebook, escribió con justa rabia:

“Las verdaderas artesanas y artesanos pasan días o meses elaborando sus artesanías para poder llevar sustento a sus hogares. Esta acción es completamente reprobable y estamos seguros de que el karma nos llega a todos”.

Para entender el tamaño de la estafa, hay que ver los números: a día de hoy, un peso argentino equivale a 0.019 centavos mexicanos. Es decir, los $1,100 pesos argentinos que le dieron a la artesana en realidad valen solo $20.73 pesos mexicanos. Le pagaron apenas el 2% del valor real de su trabajo.

Estafa, clasismo y racismo

La estafa con los pesos argentinos tiene dos niveles de abuso. Primero, el engaño evidente: pagar con una moneda que no tiene el mismo valor y hacerle creer a la vendedora que sí. Pero lo más grave es lo que este engaño implica: asumir que la persona a la que están estafando es lo suficientemente “ignorante” como para no darse cuenta. Aquí entra un problema de clasismo y racismo disfrazado de “viveza”.

Y es que este no es un error inocente. No es que los turistas no supieran cuánto valían sus billetes. Sabían perfectamente que estaban pagando una miseria por el trabajo de la artesana, y lo hicieron porque creyeron que podían salirse con la suya.

Las artesanías no son souvenirs baratos

Aquí hay otro tema importante: la visión del trabajo artesanal como algo de menor valor. Mucha gente, especialmente en zonas turísticas, cree que los productos hechos a mano deberían costar poco. ¿Por qué? Porque están acostumbrados a verlos como simples souvenirs, cuando en realidad son el resultado de técnicas, tradiciones y trabajo arduo.

Una blusa bordada a mano no es solo un pedazo de tela con flores, es el resultado de horas de trabajo, conocimientos heredados y un esfuerzo físico real. Y a pesar de eso, muchas personas insisten en regatear, exigir descuentos absurdos o, como en este caso, pagar con dinero que no vale nada.

En México, la artesanía, además de ser una forma de expresión cultural, es el sustento de miles de familias, especialmente en comunidades indígenas y rurales. Pero a pesar de la importancia de su trabajo, los artesanos son de los sectores más desprotegidos económicamente.

¿Por qué los extranjeros creen que pueden hacer esto?

El turismo abusivo no es algo nuevo, pero con las redes sociales, se ha vuelto más evidente. En muchos casos, los extranjeros llegan con una mentalidad colonialista, creyendo que porque vienen de otro país pueden hacer lo que quieran simplemente por ser extranjeros.

Hay una sensación de superioridad que les hace pensar que pueden jugar con el dinero y aprovecharse de la gente.

No importa si latino, estadounidense, europeo, asiatico o lo que sea: si visitas otro país, lo mínimo que puedes hacer es ser justo con la gente que te recibe. Pagar lo que cuesta, respetar el trabajo de los demás y no aprovecharte de la situación económica de alguien más.

Se supone que el turismo debería ser una fuente de ingresos para comunidades como esta, pero cuando los visitantes llegan con mentalidad de “a ver qué tan barato puedo conseguir esto”, el impacto es el contrario. En lugar de generar bienestar, terminan perpetuando desigualdades y abusos.


Mientras los hoteles y restaurantes de lujo ganan millones con el turismo, los artesanos y vendedores locales siguen en la misma lucha diaria por subsistir, sin ningún tipo de respaldo ni protección. Y cuando alguien llega a aprovecharse de ellos, como hicieron estos turistas argentinos, es aún más indignante.


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