¿Se viene el fin de Instagram y WhatsApp como los conocemos? El juicio a Meta podría cambiarlo todo

empresa detrás de Facebook, Instagram y WhatsApp, por supuestamente haber construido un “monopolio de redes sociales” de manera ilegal

La Comisión Federal de Comercio (FTC), respaldada por varias fiscalías estatales, acusa a Mark Zuckerberg de haber comprado a la competencia (Instagram en 2012 y WhatsApp en 2014) no para mejorar sus servicios, sino para eliminar a posibles rivales.

Meta va a juicio en EU por el control de Instagram y WhatsApp

El caso podría obligar a Meta a dividir su imperio y hasta vender Instagram y WhatsApp. Pero lo que parecía un proceso puramente legal ahora huele cada vez más a política, poder e intereses personales. Porque entre los protagonistas del drama está ni más ni menos que Donald Trump.

La FTC alega que Meta lleva más de una década sofocando la competencia y bloqueando oportunidades para otras plataformas más pequeñas. La compra de Instagram y WhatsApp, dos apps que eran independientes y con mucho potencial de crecimiento, no fue vista como una estrategia legítima de expansión, sino como una movida para controlar el mercado.

En términos simples, el gobierno quiere demostrar que Meta se convirtió en lo que juró destruir: un monopolio digital que limita la innovación, acapara la atención de los usuarios y condiciona lo que millones de personas ven, leen y comparten en línea. 

Pero… ¿Meta realmente es un monopolio hoy?

Aquí es donde la cosa se pone interesante. Aunque Meta fue el rey de las redes sociales durante años, el panorama ha cambiado muchísimo actualmente. El dominio de Facebook se ha debilitado, especialmente entre los jóvenes. TikTok ha acaparado la atención del público más joven, YouTube sigue siendo una potencia audiovisual, y apps como Snapchat, BeReal, Signal, Telegram, Discord y un montón de apps chinas han ganado terreno.

Meta, además, ha implementado reformas internas y políticas de autorregulación en los últimos años. Ha invertido en transparencia, moderación de contenido y seguridad, justo como respuesta a sus múltiples escándalos del pasado. 

Y más aún: dicen que si obligan a Meta a vender, podrían estar debilitando a una de las pocas empresas que puede competir con las apps chinas en temas como inteligencia artificial o redes sociales.

Aunque la FTC opera de forma teóricamente independiente, Trump ha ido borrando esa línea desde su primer mandato. Ahora que volvió al poder, despidió a dos comisionados demócratas de la FTC, algo que legalmente no podía hacer sin causa justificada, y ha nombrado a personas leales a su visión.

Trump y Zuckerberg

Zuckerberg, por su parte, está jugando sus cartas con cuidado. Durante los últimos meses, ha tenido cenas privadas con Trump, ha hecho cambios en Facebook que favorecen al discurso MAGA, y claro que estuvo presente en la toma de poder de Trump.

Hay quienes creen que Meta está haciendo una especie de pacto con Trump: tú me ayudas con el juicio, yo te dejo hablar sin restricciones en mis plataformas. Otros, como el exsecretario de Trabajo Robert Reich, creen que esto es un claro caso de tráfico de influencias disfrazado de “colaboración”.

La pregunta ahora es si Trump realmente usará su poder para frenar la demanda. Andrew Ferguson, nuevo jefe de la FTC y cercano a Trump, dijo públicamente que están listos para ir con todo contra Meta… pero también dejó ver que seguiría órdenes “legales” del presidente si este se las diera.

¿Qué podría pasar si Meta pierde?

Instagram y WhatsApp podrían ser vendidos a otras empresas. Eso implicaría cambios profundos en la forma en que se integran con Facebook, y probablemente afectaría su seguridad, usabilidad y funcionamiento.

También Meta perdería poder de mercado y la capacidad de centralizar datos entre sus plataformas. Eso podría beneficiar la privacidad, pero también fragmentar el ecosistema digital. Y se abriría la puerta para más demandas contra otras big tech. Este juicio podría ser el primer dominó que caiga en una ola de regulaciones.

¿Y si Meta gana?

Si el juez falla a favor de Zuckerberg, el mensaje sería claro: la competencia existe, el mercado cambió y no puedes castigar a una empresa solo por haber sido la más rápida (y rica) en adquirir a su competencia en su momento.
También sería una victoria indirecta para Trump, quien demostraría que aún tiene el poder de doblar a los organismos que deberían limitar a los gigantes tecnológicos. Y quizás sería la señal de que los monopolios, al menos en el mundo digital, son más difíciles de definir de lo que parecen.


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