La DEA acaba de soltar su informe 2025 sobre el narcotráfico y, aunque ya lo sabíamos, ahora está confirmado: los dos cárteles más pesados siguen siendo el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa (CDS). Y por si eso no fuera suficiente, ahora resulta que se están aliando.
El documento se llama Evaluación Nacional de Amenazas por Drogas 2025, y básicamente es un reporte donde la DEA cuenta cómo está el panorama del narcotráfico. Lo interesante es que confirma que los cárteles mexicanos son los que controlan la mayoría de la droga que llega a Estados Unidos, en especial fentanilo, metanfetamina y cocaína.
Pero no solo eso. El informe también explica cómo operan, dónde están metidos y qué alianzas han hecho últimamente.
Eso sí, como era de esperarse, el reportaje mantiene la narrativa del presidente Donald Trump, de culpar a los extranjeros de todo lo malo que le ocurre a los estadounidenses. Nada de autocrítica gringa por su gigantesca demanda de drogas, el trafico de armas que ocurre en su territorio o por los cárteles propiamente estadounidenses. Nope. Todo es culpa del narco mexicano.
DEA revela alianzas entre CJNG y “Los Chapitos”
Sí, leíste bien. El CJNG y “Los Chapitos”, hijos del Chapo Guzmán, están formando una alianza que, según la DEA, podría mover drásticamente el equilibrio criminal en México.
Todo esto a partir, supuestamente, del arresto de Ismael “El Mayo” Zambada en julio de 2024, pues dejó un hueco de poder. Y como suele pasar en estos casos, alguien tenía que llenar el vacío. CJNG y “Los Chapitos” aprovecharon la oportunidad para unir fuerzas y hacerle frente a “Los Mayos”.
Esta jugada les da más territorio, más armas, más rutas… y más poder. La lista de estados donde el CJNG tiene presencia es larga: Jalisco, Michoacán, Colima, Guerrero, Baja California, Sonora, Zacatecas, Guanajuato, Puebla, Oaxaca… básicamente, están por todos lados. Incluida la Ciudad de México, donde ya se habían detectado células desde hace años.
Mientras tanto, el Cártel de Sinaloa opera en 31 estados de México, solo sin pisar Jalisco, que es territorio del CJNG. Tienen presencia marcada en el norte, el sur y el centro del país, además de haberse expandido a 40 países en Europa y Asia.
“Los Mayos”
Aunque su líder principal fue detenido, la facción de “Los Mayos” no ha desaparecido. La DEA señala que están aliados con el Cártel del Noreste (CDN), lo que les permite seguir enviando fentanilo, marihuana, metanfetamina y cocaína a Estados Unidos.
El CDN —al que se le describe como una red bien estructurada y difícil de penetrar— tiene presencia en Nuevo León, Tamaulipas, Zacatecas, Ciudad de México, Veracruz y otros estados clave del norte.
Y también hay colaboración entre el CJNG y el Cártel del Golfo
Otra alianza que no muchos veían venir es la del CJNG con “Los Metros”, una célula del Cártel del Golfo (CDG). Esta colaboración les permite moverse sin problemas en zonas calientes y facilita el cruce de droga hacia Estados Unidos.
A cambio, el CJNG tiene acceso al Puerto de Altamira (importante para mover precursores químicos) y a varios puntos clave en la frontera norte.
La Familia Michoacana
De la vieja escuela pero con nuevas fachadas, la Familia Michoacana sigue activa, ahora dividida en dos grandes facciones: la Nueva Familia Michoacana (LNFM) y Cárteles Unidos (CU).
LNFM está aliada de vez en cuando con el CJNG, con el CDS o con el CDG, dependiendo de la necesidad y la ruta que quieran asegurar. Se les acusa de mover metanfetamina, heroína, cocaína y fentanilo, y de controlar el Puerto de Lázaro Cárdenas.
Por su parte, Cárteles Unidos surgió como un frente contra el CJNG en Michoacán, con grupos como “Los Viagras”, “Los Caballeros Templarios” y otros bajo el mismo estandarte. Su meta es mantener sus rutas de tráfico intactas.
Además, aunque a veces se piensa que la capital es territorio neutro, la DEA asegura que hay seis cárteles operando activamente en la Ciudad de México, incluyendo el CJNG, el Cártel de Sinaloa y el CDN.
El informe de la DEA deja claro que el narco mexicano no solo sigue fuerte, sino que se ha vuelto más complejo, más adaptable y más internacional. Las alianzas entre grupos rivales, el dominio de rutas clave, y el acceso a funcionarios y puertos estratégicos hacen que estas redes sean muy difíciles de combatir.
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