Este Día de las Madres no todas las historias vienen con flores, desayunos sorpresa o llamadas entre lágrimas. Hay quienes no crecieron con una mamá presente.
Que desde muy pequeños, aprendieron que el amor maternal puede venir desde otros lugares: una abuela que lo dio todo, una tía que se hizo cargo sin pensarlo dos veces, una hermana que dejó de ser niña para cuidar a otra. Y este 10 de mayo también es para agradecerles a esas figuras maternas.
Las abuelas que volvieron a criar
En muchos hogares, las abuelas no son solo las que consienten. Las que se convirtieron en mamás por segunda vez porque les tocó criar a sus nietos. Que, sin deberla ni temerla, volvieron a preparar biberones, asistir juntas escolares y enseñar que no se dice “ay” sino “¡ay, Jesús bendito!”.
Las tías que se hicieron cargo
A veces la mamá biológica no estuvo, pero una tía sí. Esa que pidió permiso en su trabajo para ir a la junta escolar, que dio más de lo que tenía, que se convirtió en figura de autoridad y refugio emocional.
Las hermanas que crecieron demasiado pronto
Hay hermanas mayores que dejaron la infancia en pausa para hacerse cargo de los demás. Que aprendieron a cocinar, cuidar y proteger antes de aprender a cuidarse a sí mismas. Que supieron consolar, regañar y enseñar con una responsabilidad que no les tocaba… pero que tomaron.
Mamás ausentes… pero otras presencias presentes
Porque la realidad es que no todas las mamás están. A veces se nos adelantaron, a veces no pudieron, a veces eligieron otra cosa. Y sí, eso deja heridas. Pero también deja espacio para reconocer a quienes estuvieron ahí para sostenernos, aunque no llevaran el título de madre.
Este 10 de mayo no es solo para quien parió, sino para quien crió, protegió, amó y se quedó. Para quienes tomaron ese rol sin condiciones, a veces sin reconocimiento, pero con todo el corazón.
Así que si tú creciste con una mamá que no estuvo, pero tuviste a alguien que llenó ese vacío, hoy es también un día para agradecerle. Para abrazar su esfuerzo.
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