Del body positive al Ozempic: ¿qué hay detrás de la obsesión por adelgazar?

Hace unos años atrás, las redes sociales te llenaban de estrías, celulitis, rollos y cuerpos diversos. El movimiento body positive se volvía tendencia, una respuesta masiva a años de violencia estética. La propuesta era simple, pero poderosa: aceptar los cuerpos tal como son. Ahora, ese discurso parece tener un nuevo protagonista: Ozempic.

¿Qué es Ozempic?

Ozempic es un medicamento que contiene semaglutida, y fue creado para tratar la diabetes tipo 2. Lo que hace es reducir el apetito, retrasar el vaciado del estómago y controlar el azúcar en la sangre. Pero sus efectos para bajar de peso lo convirtieron en un boom, especialmente en redes sociales.

Aunque no fue diseñado como un producto estético, así se usa hoy, como una solución rápida para adelgazar. Algo que muchas personas desearon en silencio toda la vida.

La delgadez, ese ideal que nunca se fue

Desde siempre, el cuerpo femenino ha sido moldeado por tendencias, modas y exigencias externas. Cambian las décadas, pero la premisa permanece: hay un tipo de cuerpo correcto y todo lo demás debe corregirse. El problema es que este cuerpo ideal es inalcanzable para la mayoría, no sólo por genética, sino porque requiere recursos, tiempo, planificación, tratamientos y dinero. Es, como todo en este sistema, una cuestión de clase.

El ideal de delgadez extrema —heredero directo del “heroin chic” de los 90— volvió con más fuerza que nunca, ahora disfrazado de salud y autocuidado. Pero no es nuevo: lo único que cambia es la herramienta. Si antes eran las dietas imposibles, los corsets o las fajas reductoras, hoy es una inyección de más de tres mil pesos.

Ozempic se convirtió en la nueva herramienta de una élite que no quiere mostrar esfuerzo, sino resultados. Y mientras tanto, al resto se le dice que se ame como es. ¿No te suena un poco injusto?

¿Qué pasa con el body positive?

Empecemos con que la cultura body positive se ha desviado de su propósito. No trata de que te encante todo de tu cuerpo todo el tiempo. Más bien de aprender a vivir en paz con él, de cuidarte sin odio. De que si haces ejercicio o cambias tu alimentación, sea por bienestar, no por castigo. Pero el discurso fue absorbido por el mercado. Se vende “amor propio” con pilates, jugos detox y termos Stanley, y claro con Ozempic.

Hasta influencers que antes defendían cuerpos diversos están bajando de peso. Algunas lo admiten, otras no. ¿Estaban mintiendo antes? ¿O simplemente se cansaron de luchar contra un sistema que siempre encuentra la forma de hacerte sentir menos? La narrativa del body positive es difícil de sostener en un entorno que sigue premiando la delgadez con likes, contratos y aceptación.

La presión estética sigue siendo brutal, y el mercado lo sabe: te crea la inseguridad y te vende la solución. Productos, cursos, rutinas, tratamientos, suplementos. Todo con una fachada de “bienestar”, pero con el mismo objetivo de siempre: verte flaca.

Si una persona decide usar Ozempic, es su decisión y no debe ser juzgada. Lo problemático es que, a nivel colectivo, estamos normalizando una herramienta médica como la nueva vía rápida para alcanzar un ideal que, de entrada, nunca fue realista.

La salud como excusa

Cada vez que se habla de cuerpos gordos o diversos en redes, aparece el mismo argumento: “deberían de bajar de peso por salud”. Pero la salud nunca fue el punto central. 

Porque ahí está la otra cara de la moneda. Cuando alguien gordo decide bajar de peso, aparece una nueva crítica: “no deberías hacerlo así”. Pero entonces, ¿cuál es la forma correcta? ¿Sufrir en el gimnasio? ¿Pasar hambre? Parece que el problema no es bajar de peso, sino que lo hagas sin arrepentirte. Sin mostrar que estás pagando un precio.

La verdad incómoda es que molesta ver a una persona gorda. Molesta que no sufra. Porque nos enseñaron que solo merece respeto quien lucha por ser flaca. Y si lo logra fácil, molesta más. 

La salud no es blanco y negro, es multifactorial: implica alimentación, descanso, ejercicio, salud mental y social. Y, aun así, no debería ser condición para el respeto y la aceptación.

Ser mujer en este juego tramposo

Lo que más duele es saber que ninguna elección parece suficiente. Si bajas de peso, te critican por ceder. Si no lo haces, te dicen que te descuidas. Estamos en un ciclo donde cualquier decisión puede ser usada en tu contra. Todo es contradicción, todo es juicio.

Y claro, los hombres también tienen estándares, sí. Pero rara vez se les exige tanto como a las mujeres. 

Como menciona la socióloga Esther Pineda en Bellas para morir: estereotipos de género y violencia estética contra la mujer, “los cánones de belleza que han sido creados por los hombres y exigidos a las mujeres en el contexto de una sociedad patriarcal no son inofensivos, por el contrario, son letales, ya que llevan a las mujeres al complejo, al miedo, al pánico, a la ansiedad y a la depresión por su aspecto físico; es decir, las aniquilan simbólica y físicamente”.


Ninguna elección existe en el vacío. Cada cuerpo, cada dieta, cada pinchazo con Ozempic se da dentro de un sistema que lucra con nuestra inseguridad. Eso sí, no hay respuestas mágicas. Pero sí hay algo claro: tu cuerpo no está mal. Nunca lo estuvo. Y mereces cuidarlo desde el respeto, no desde el odio.


Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *