Sí, las lluvias son necesarias y hay que hablar de eso, trae más efectos positivos que negativos

Ya lo sabemos: llueve y parece que se acaba el mundo. Se inundan avenidas, el metro se paraliza, el tráfico se vuelve un caos y todo el mundo termina empapado. Nos quejamos porque la lluvia incomoda, claro. Pero lo que no decimos tanto —y deberíamos— es que la lluvia es indispensable. Y que si no está lloviendo donde debería, estamos en problemas serios.

¿Por qué necesitamos que llueva?

En medio del caos urbano, lo olvidamos: la lluvia es una de las principales fuentes de agua dulce del planeta. De toda el agua en la Tierra, menos del 3 % es potable. Y esa pequeña porción es la que usamos para todo: beber, bañarnos, sembrar, producir alimentos, generar electricidad… La lluvia recarga los ríos, las presas, los lagos, los mantos acuíferos. Sin ella, nos quedamos secos. Así de sencillo.

México lo sabe bien. En los últimos años, varios estados han atravesado sequías severas, cortes de agua prolongados y cultivos que se pierden por la falta de lluvias. Lo peor es que esta situación ya no es una excepción: se está volviendo la norma. 

El Global Water Monitor 2024 advirtió que el cambio climático está desatando lluvias cada vez más intensas pero que no duran mucho tiempo lo que provoca inundaciones en algunas zonas… pero no alcanza a recargar las fuentes de agua.

El problema del desagüe

Y ahí está el detalle: llueve, pero mal. Llueve demasiado en unas horas y luego no llueve nada en semanas. Eso hace que perdamos agua en lugar de aprovecharla. En ciudades como CDMX, por ejemplo, llueve incluso más que en Londres (y eso que se considera una ciudad lluviosa), pero mientras allá tienen sistemas para captarla y reutilizarla, aquí se inunda media ciudad y no contamos con una infraestructura realmente eficiente para captar y distribuir el agua de lluvia.

Por eso, las inundaciones no son solo culpa del cielo. El verdadero problema está abajo: en nuestro sistema de drenaje viejo, saturado y maltratado. Coladeras tapadas de basura, tuberías con décadas sin mantenimiento y una ciudad que creció sin pensar en cómo deshacerse del agua cuando cae. 

De hecho, se estima que más del 50% de las inundaciones en CDMX ocurren porque las coladeras están obstruidas, y los grandes canales de desagüe han perdido capacidad por el hundimiento del suelo. 

La urbanización desmedida tampoco ayuda: pavimentamos todo, eliminamos áreas verdes y no dejamos espacio para que el agua se filtre al subsuelo. Resultado: en vez de recargar mantos acuíferos, el agua se va… pero no al lugar correcto. En zonas como Chalco, la lluvia no solo se queda estancada: regresa por las coladeras con todo y olor fétido, porque el sistema ya no da para más.

Entonces sí, la lluvia importa: riega el campo, refresca el ambiente y recarga acuíferos. Pero si seguimos ignorando que el drenaje urbano está al borde del colapso, cada temporada de lluvias se va a sentir más como una emergencia que como una bendición.

Necesitamos sistemas más inteligentes, más captación pluvial, más infraestructura verde… y sí, también menos basura en la calle. Que no nos gane la costumbre de ver el agua como el enemigo. Porque sin ella, ni memes de inundaciones vamos a poder hacer.


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