5 lecciones que nos dejó la Jugadora 120 en ‘El Juego del Calamar’

Si tú como nosotros terminaste de ver la última temporada del Juego del Calamar y te enamoraste por completo de la jugadora 120, bienvenido al club que todavía no la supera. Cho Hyun‑ju nos dio rostro, valor, empatía y resistencia, que se robó por completo el show.

Aunque su final en el juego no fue el que queríamos, nos mostró que incluso en los lugares más oscuros, violentos y desesperados, todavía hay espacio para la compasión y el coraje de luchar no solo por uno mismo, sino también por los demás. ¿Quieres saber por qué su historia nos llegó directo a lo más blandito de nuestro corazón? Acá te dejamos las lecciones que nos dejó la jugadora 120.

1.- Representación y visibilidad

La jugadora 120 es una mujer trans, algo todavía poco común en la TV surcoreana. Según el creador Hwang Dong‑hyuk, su idea era abrir la conversación sobre los grupos más vulnerables y marginados (y lo logró en todo el mundo), al igual que Ali en la primera temporada. 

En un país donde las personas trans enfrentan discriminación laboral y social, ver a Hyun‑ju plantarse con tanta dignidad y fuerza fue un acto político en sí mismo. Además, su personalidad no quedó reducida a su identidad de género, sino que se le otorgó una narrativa compleja como exmilitar y líder del grupo de jugadores. Algo que a la industria todavía le falta comprender, es que se pueden crear personajes queer sin caer en estereotipos o simplicidades.

Aunque Hwang quería contratar una actriz trans desde un inicio, descubrió que casi no hay actrices abiertamente trans en la industria surcoreana, debido a la fuerte discriminación que enfrentan. De ahí que se decidiera por el actor Park Sung‑hoon, un hombre cisgénero, quien abordó el rol con respeto, evitando estereotipos y consultando con la comunidad trans.

2.- Coraje 

Antes del juego, Hyun‑ju fue parte de las fuerzas especiales, algo que se reflejó en cada decisión que tomó: analizaba, organizaba, lideraba y actuaba sin dudar. No era solo una concursante más, sino que incluso fue una pieza clave durante la revuelta contra los guardias en uno de los momentos más tensos de la segunda temporada.

Su temple mostraba que, a veces, las cicatrices del pasado nos convierten en los únicos capaces de enfrentar el presente sin temblar.

3.- El valor de validarse a sí misma

Hyun‑ju fue despedida del ejército cuando reveló que era trans, perdió la relación con su familia y terminó hundida en deudas. Pese a todo, nunca se rindió ni se definió solo por el dolor. Al contrario: encontró fuerza en su propia identidad, aprendió a reconocerse tal cual era y se validó a sí misma, incluso cuando nadie más parecía hacerlo.

Su historia nos recuerda que aceptarse no siempre significa que el mundo te acepte de vuelta… pero sí que puedes vivir y luchar con la cabeza en alto, siendo fiel a quien realmente eres.

4.- Lealtad y altruismo 

Hyun‑ju no solo luchó por ella: siempre arriesgó la vida para salvar a otros. Lo vimos cuando ayudó a Gi‑hun a rescatar a un compañero herido en “Luz roja, luz verde”. Desde ahí la vemos proteger a sus aliados y haciendo todo lo posible para que junto con ella pasaran los juegos, aunque no siempre lo pudo lograr y también se mostró afectada por ello.

5.- Sororidad

Aunque El Juego del Calamar es, por definición, un escenario donde todos deberían estar dispuestos a pisotear a los demás por sobrevivir, Hyun‑ju demostró sororidad.

La jugadora 120 protegió, apoyó y cuidó a otras mujeres dentro del juego, especialmente a Young-mi, Jun‑hee y Geum‑ja. Eligió verlas como compañeras, dándoles orientación, cubriéndoles la espalda y dándoles ánimos.

No ganó los juegos, ni salió con vida para cumplir su sueño de ir a Tailandia, pero su presencia marcó un antes y un después en El Juego del Calamar, y nos dejó reflexiones importantes sobre inclusión, valentía y humanidad en un mundo despiadado. ¿A ti qué lección te dejó la jugadora 120?


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