Los niños se acuestan sin comer, los mercados están vacíos, y hasta la esperanza comienza a escasear. Gaza atraviesa una catástrofe silenciosa. La emergencia humanitaria ya no es una advertencia: es una realidad atroz que se vive a cada minuto. La Organización de las Naciones Unidas ya dijo que los últimos vestigios de vida en Gaza se apagan día tras día.
Entre ruinas, desplazamientos constantes y un bloqueo casi absoluto al ingreso de ayuda humanitaria, el hambre se ha convertido en arma de guerra y en la sentencia de muerte para miles.
¿Por qué Gaza está muriendo de hambre?
Desde octubre de 2023, Gaza ha estado sometida a una ofensiva militar israelí que no solo ha destruido infraestructura civil, sino que también ha bloqueado la entrada de alimentos, medicinas, combustible y ayuda humanitaria. El resultado: más de dos millones de personas atrapadas, sin posibilidad de salir ni de recibir suministros básicos.
A esto se suma que los cultivos, las reservas de comida y hasta los camiones de ayuda han sido atacados o bloqueados. La población civil depende completamente de la asistencia humanitaria internacional… que simplemente no está llegando.
El hambre como arma de guerra
No es casualidad que los alimentos escaseen. Diversos organismos internacionales han advertido que la inanición está siendo utilizada como táctica militar. El objetivo: debilitar a la población civil, forzar desplazamientos masivos y generar caos. Un crimen de guerra según el derecho internacional.
Las cifras son alarmantes: solo en los últimos días, se han registrado más de 100 muertes por desnutrición solo durante los últimos días, la mayoría de ellas de niños pequeños. Pero la ONU advierte que el número real podría ser mucho mayor, ya que muchos casos ni siquiera se reportan por falta de acceso a zonas afectadas.
Los mercados están vacíos, y lo poco que hay es impagable
El sistema económico local está colapsado. Los mercados están vacíos o venden productos a precios absurdos: un kilo de harina puede costar hasta 60 dólares, en un lugar donde la mayoría de la gente ya no tiene ingresos. Incluso alimentos básicos como lentejas, arroz o leche han desaparecido casi por completo.
La escena se repite todos los días: filas eternas bajo el sol, esperando una ración que probablemente no alcanzará. Las cocinas comunitarias, que tratan de alimentar a miles con recursos mínimos, se han convertido en el último recurso de sobrevivencia para muchas familias.
La situación ha llegado al punto que ya no se puede disfrazar con eufemismos. Gaza vive una hambruna extrema. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), la falta de acceso a alimentos, agua y servicios básicos ya no es una excepción, sino parte de la rutina diaria de millones de personas.
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