La otra gentrificación en la CDMX: el dominio comercial en el Centro Histórico

Cuando escuchamos la palabra gentrificación en la Ciudad de México, lo primero que se nos viene a la mente es la Roma o la Condesa, los nómadas digitales, los Airbnbs que desplazan a inquilinos de toda la vida, y los cafés donde el espresso cuesta más que una comida corrida.

Pero hay otra gentrificación que no está recibiendo el mismo foco mediático, aunque afecta de manera profunda la economía y el tejido social de la ciudad. Y es la que ocurre en Tepito y el Centro Histórico, donde desde hace años se vive una transformación silenciosa pero devastadora: la toma del comercio por parte de capitales chinos.

De la vivienda al comercio: dos caras de la misma moneda

La gentrificación más conocida tiene que ver con la vivienda. Extranjeros llegan a vivir a la ciudad porque les parece más barata que su país de origen. Eso hace que renten departamentos a precios más altos, disparan el mercado inmobiliario, y obligan a las personas que han vivido por años en esas zonas a irse. Este proceso es especialmente visible en colonias céntricas, bien conectadas y con buena infraestructura.

Sin embargo, en el caso de Tepito y el Centro, el desplazamiento no es de vecinos, sino de comerciantes. Lo que está ocurriendo no es residencial, sino una gentrificación comercial.

Aquí, el fenómeno ocurre cuando grandes capitales —en este caso, de origen chino— rentan o compran locales y departamentos ofreciendo pagar tres o cuatro veces más del valor de mercado, algo que comerciantes mexicanos no pueden igualar. Los dueños de los locales aceptan, porque es un negociazo. ¿El resultado? Negocios tradicionales de generaciones desaparecen, dando paso a tiendas chinas que venden productos importados a precios muy bajos.

La competencia desleal que no se quiere ver

Gerardo López Becerra, presidente del Consejo para el Desarrollo del Comercio en Pequeño y la Empresa Familiar (ConComercioPequeño), lo resume así: “Hoy en día, por más absurdo que suene, los negocios chinos representan una competencia desleal, que ya representaba el ambulantaje al sector formal”.

Sí, incluso más barata que el comercio informal. Plazas completas operadas por capital chino ya venden productos como bocinas, relojes, ropa y todo tipo de artículos a precios más bajos que los mismos ambulantes de Eje 1 o Pino Suárez. Esto ha puesto en jaque no solo a los pequeños comerciantes formales, sino también a los informales.

El problema se agrava porque estas tiendas ya no solo venden al mayoreo, sino que también están entrando al menudeo, directamente en zonas donde históricamente operaban mercados públicos y comerciantes locales.

“Los chinos están instalando tiendas en las inmediaciones de los mercados públicos para quitarles la venta, sin que ninguna autoridad intervenga”, denunció Alberto Vargas, presidente del Movimiento Nacional del Comercio Social.

¿Qué tan grave es el impacto?

Estamos hablando de un desplazamiento económico a gran escala. No solo por las rentas altas, sino porque los productos que se venden en estas plazas no son fabricados en México, y el dinero que se mueve no necesariamente se reinvierte en la economía local. El impacto es doble:

  • Se pierden empleos tradicionales en talleres, fábricas o microempresas mexicanas.
  • Y al mismo tiempo, el modelo económico local es reemplazado por uno que no ofrece condiciones laborales justas ni paga impuestos en igualdad de condiciones.

Las plazas chinas del Centro ya forman un circuito comercial paralelo que opera con otras reglas, en otro idioma, y con un alcance que ya no es solo local, sino nacional.

Esto también es gentrificación

Cuando pensamos en gentrificación, no podemos limitarla a los departamentos carísimos o a los brunch en colonias de moda. También es gentrificación cuando un comerciante que ha trabajado por décadas en su local tiene que cerrar porque ya no puede competir con los precios ni con el poder económico de quienes llegan con todo el capital.

El rostro de esta transformación no es solo el turista con laptop en la terraza. También es el comerciante que cierra su tienda en República de Chile porque ya no puede pagar la renta, o el locatario de Tepito que ve cómo sus proveedores desaparecen y sus ventas caen ante la nueva oferta de importación masiva.

Lo más preocupante, según los propios comerciantes, es la falta de acción por parte de las autoridades. Las quejas han sido constantes, pero no hay regulación, ni vigilancia sobre cómo operan estas nuevas plazas, ni un plan claro para equilibrar el terreno entre el comercio tradicional mexicano y el capital extranjero.


Mientras tanto, la gentrificación sigue avanzando. Ya no solo se trata de perder clientes o competir en precios, sino de una transformación total del modelo económico urbano.


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