La presidenta Claudia Sheinbaum aprovechó las mañaneras esta semana para condenar, con contundencia, los comentarios misóginos del empresario Ricardo Salinas Pliego contra tres periodistas: Sabina Berman, Denise Dresser y Vanessa Romero. “No se puede aceptar”, dijo desde Palacio Nacional, en una postura que, por supuesto, es necesaria. Lo que no terminó de cuadrar fue el enfoque… y lo que decidió no decir.
Porque mientras la mandataria defendía a las comunicadoras —con razón— y se lanzaba también contra el millonario adeudo fiscal de Grupo Salinas, hubo otro episodio que expuso una cara menos empática del nuevo gobierno: el silencio, días antes, frente al brutal feminicidio de una mujer y sus tres hijas en Hermosillo, Sonora.
El contraste es duro: para el caso de las periodistas, la presidenta habló, condenó, se posicionó. Para el cuádruple feminicidio que conmocionó a todo el país, Sheinbaum prefirió “abstenerse” de opinar.
Hablar de violencia… pero no de todas
Desde su mañanera, Sheinbaum calificó como “inaceptables” las expresiones de Salinas Pliego hacia las periodistas, y aseguró que como primera presidenta mujer le corresponde “salir a la defensa”. También aprovechó para recordar que el empresario y sus empresas le deben al pueblo de México más de 74 mil millones de pesos en impuestos, cifra que no es menor y que el propio Grupo Salinas ha buscado evadir desde 2008 con múltiples amparos.
“No quiere que hablen de lo que le debe al pueblo de México”, dijo Sheinbaum, al asegurar que la campaña de Salinas contra la 4T y su gobierno es una cortina de humo. Hasta ahí todo bien: una necesaria defensa ante ataques misóginos.
El problema es que esa energía no apareció días antes, cuando la prensa preguntó sobre el asesinato de Meredith, Madeleine, Carla y su madre, en Sonora. Ante un crimen desgarrador que sacudió a México, Sheinbaum simplemente respondió: “Me abstengo de comentar. Es un caso doloroso y hay que estar cerca de las víctimas”.
Tampoco con las madres buscadoras… ni con las mujeres
No es la primera vez que Sheinbaum muestra un feminismo selectivo. No ha extendido su solidaridad ni respaldo a las madres buscadoras, esas mujeres que arrastran palas y remueven la tierra donde el Estado no quiere mirar.
Tampoco con mujeres que son críticas de su gobierno, incluso si han sido atacadas o violentadas. Y mucho menos por las miles de mexicanas que cada día sufren violencia doméstica, institucional o sexual, sin acceso a justicia ni protección.
La sororidad no puede limitarse a quienes simpatizan con el proyecto político. Si se quiere gobernar con perspectiva de género, no basta con ser mujer en el poder. Hay que estar del lado de todas, incluso de las que duelen, de las incómodas, de las que no aplauden.
Las prioridades desde Palacio Nacional
La lucha contra la misoginia debe ser frontal, desde todos los frentes. Pero también debe ser coherente. No se puede defender con fuerza a unas mujeres y pasar de largo frente a otras. No se puede hablar de violencia machista sólo cuando es en X, mientras se ignora cuando ocurre afuera.
El feminismo institucional no puede ser selectivo. Porque si como presidenta se elige dar la batalla contra los discursos machistas, también se tiene que dar la cara cuando esos discursos se convierten en actos brutales, en cifras de feminicidio que siguen creciendo.
Ser mujer y presidenta no basta
Sheinbaum dijo que como mujer y presidenta le corresponde defender a las otras mujeres. Y tiene razón. Pero esa defensa no puede depender de si se trata de una figura pública o de una madre anónima en una comunidad del norte del país. El país necesita una presidenta que escuche y actúe frente a la violencia machista.
México no necesita una guerra de declaraciones entre Palacio Nacional y un empresario. Necesita un gobierno que, al menos, no olvide a las víctimas mientras persigue a los deudores.
Porque si la prioridad es lo que Salinas Pliego dice y no lo que pasa con madres que entierran a sus hijas sin justicia ni consuelo, entonces sí, algo está profundamente mal. Y por más histórica que sea su presidencia, todavía le queda mucho por entender.
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