¿No te pasa que estás buscando un álbum y no lo encuentras porque no es la portada que habías visto? En los últimos años es mucho más común ver que artistas se suman a estrategias de mercadotecnia en la que lanzan sus álbumes con una variedad de portadas alternativas, lo que ha abierto una gran pregunta: ¿el consumismo está acabando con el arte?
Al principio no parece un problema, al contrario, a uno como fan le encanta esta experiencia de poder seleccionar una portada que le encante y poder coleccionarla (o si eres un fan mucho más intenso, comprar todas las versiones existentes), pero ahora supone nuevos retos.
¿Qué pasa cuando ya no hay una imagen que represente universalmente un disco?
Anteriormente la portada era LA PORTADA. Era la imagen que definiría el concepto de un álbum con la que todo el mundo podía asociar un proyecto musical, era la visión artística principal del artista.
Cabe mencionar que desde hace décadas se ha utilizado esta práctica especialmente para diferenciar las versiones deluxe de las estándar o en ediciones específicas para ciertos países, pero a finales de los 2010’s fue cuando comenzó a popularizarse esta tendencia en Estados Unidos y otras partes del mundo.
El problema no es solo la cantidad de portadas que están lanzando, sino que han hecho que el arte se diversifique en varias estéticas que si bien pueden estar cohesionadas, han diluido la importancia del que es el mensaje principal de la expresión artística, tal vez la historia ha sido fraccionada en distintas partes. Lo que era arte, pasó a ser una estrategia de mercadotecnia.
¿Es culpa de los fandoms y el consumismo?
En parte hay culpa de los fandoms que caen en estas trampas por culpa del FOMO (el miedo a perderse algo) y quedarse sin alguna de las variantes de las portadas. Los fandoms idolatran a sus artistas y los apoyan incondicionalmente, por lo que una portada distinta puede traducirse en una venta.
Una vez Billie Eilish comentó en una entrevista “Vivimos en esta época donde, por alguna razón, es muy importante para algunos artistas hacer todo tipo de vinilos y empaques diferentes… lo cual sube las ventas y sube los números y les da más dinero y les da más.”
Y no estaba equivocada, tan solo entre 2024 y 2025 Taylor Swift lanzó 19 portadas distintas en 36 versiones (ya sean streaming, CD’s, vinilos o cassettes) de su álbum “The Tortured Poets Department”, mientras que para “The Life of a Showgirl” ha sumado nueve portadas hasta el momento.

Pero no es la única en la industria, también en el mundo del k-pop grupos como Stray Kids recurren a esta estrategia, en su más reciente lanzamiento “KARMA” se contaron 13 versiones, Doja Cat con “VIE” 9 y Sabrina Carpenter sumó 6 portadas en Man’s Best Friend.

Los vinilos juegan un papel importante en este método, con su resurgimiento muchos jóvenes los ven como objetos tangibles coleccionables y por eso es imprescindible obtener por lo menos una o dos versiones de cada álbum.
Ahora tú eliges LA PORTADA
Un ejemplo reciente es el lanzamiento del álbum de Sabrina Carpenter, cuya portada principal fue controversial y fue fuertemente criticada por grupos conservadores y feministas. La intención de generar conversación ahí estaba, pero se desvaneció después de publicar la portada alternativa que fue “aprobada por Dios”. Esta es una jugada calculada sin caer estrictamente en la censura directa.

En las plataformas digitales la multiplicidad de portadas no es una opción de visualización para el usuario (todavía), pero para impulsar el consumo de un formato análogo y alcanzar la cima de las listas de popularidad, esta estrategia ha funcionado pero a costa de dejar la expresión artística en un segundo plano. Se ha reducido a un mero ejercicio de consumismo, enfocado en generar ventas y en mantener a los oyentes comprando versiones que apenas varían y que se encuentran en plataformas de streaming.
Es decir, el arte ya no se impone como una visión única del artista, sino que se adapta a las preferencias del público. Esto puede verse como una democratización del arte… o como una rendición ante el mercado. Tal vez la portada que elegimos dice más de nosotros que del álbum mismo.
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