Esta mañana se dio a conocer el fallecimiento de la activista Blanca Martínez Bustos, una persona que dedicó gran parte de su vida a la defensa de los derechos humanos y al acompañamiento de los colectivos que buscan a sus familiares desaparecidos alrededor de todo el país, donde al año México reporta más de siete mil personas desaparecidas. En muchos casos, los únicos ojos y manos que buscan parecen ser del mismo pueblo y no de las autoridades.
Blanca Martínez se convirtió en una voz que se encargó de visibilizar la crisis de desapariciones forzadas en el estado de Coahuila desde el año 2009. Con el paso del tiempo, se fue sumando a diferentes organizaciones y colectivos para brindarles su apoyo y ayuda como directora del Centro Diocesano de Derechos Humanos Fray Juan de Larios.

¿Quién fue Blanca Martínez Bustos y cómo se convirtió en una de las principales activistas de desapariciones en México?
Blanca Martínez nació en la ciudad de Torreón, Coahuila, donde a los cinco años de edad se trasladó junto con su familia al estado de Guanajuato, lugar donde, desde que era adolescente, empezó a relacionarse con diversas causas sociales, principalmente con el sector campesino de las zonas cercanas a su entorno.

Sus primeros pasos dentro del activismo los desarrolló en el Frente Auténtico del Trabajo, donde apoyó la fundación del Centro Popular de Capacitación Técnica. Allí se encargaba de impartir clases de herrería y elaboración de zapatos, mientras que, de forma paralela, también formaba políticamente a obreras y obreros para hacer frente a la represión social y política de esa época.
Martínez Bustos estuvo un tiempo en la Ciudad de México y luego en el estado de Chiapas, donde se relacionó con comunidades eclesiales durante el inicio de la Teología de la Liberación a finales de los años 70. En ese contexto conoció a Samuel Ruiz y Raúl Vera, quienes en ese entonces eran los obispos del estado de Chiapas.
Su llegada a Saltillo y el registro de los primeros casos de abuso contra la población migrante
En 2009, Blanca Martínez llegó a Saltillo, donde junto con el obispo Raúl Vera López, fundó el Centro Diocesano de Derechos Humanos Fray Juan de Larios, donde pudo documentar los abusos contra la población migrante, pero sobre todo, donde se dio cuenta de que empezaban a surgir los primeros casos de desaparición a raíz de la fuerte presencia del crimen organizado que operaba en la región con la protección de las autoridades del estado.

Con el paso del tiempo, su postura frente a la defensa de los derechos humanos y el apoyo a las familias de personas desaparecidas provocó una tensa relación con los gobiernos de Humberto Moreira y su hermano Rubén Moreira, y en fechas más recientes, mantuvo el mismo tipo de tensiones con el gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís.

Durante su trabajo como activista, fue impulsora del colectivo “Fuerzas Unidas por Nuestras Desapariciones en Coahuila”, uno de los principales grupos pioneros en la articulación nacional de familias que buscan a sus seres queridos frente a la fuerte ola de desapariciones por la que actualmente atraviesa gran parte del país, donde el crimen organizado mantiene gran parte del poder en la mayoría de los territorios.
Este movimiento marcó un precedente en la exigencia de verdad y justicia en un país que hoy acumula más de 133 mil personas desaparecidas, muchas de las cuales son encontradas sin vida meses o años después de haber desaparecido, principalmente en fosas clandestinas y terrenos baldíos.
Galardonada con el Premio Nacional de Derechos Humanos “Don Sergio Méndez Arceo”
Durante el año 2024, Blanca Martínez Bustos fue reconocida por su labor histórica con el Premio Nacional de Derechos Humanos “Don Sergio Méndez Arceo”, con el cual, antes de ser reconocida, la activista aprovechó para mencionar en una entrevista que lo que sucedía en Coahuila era una forma de violencia que México no había vivido.

Esta distinción, otorgada por la Fundación Sergio Méndez Arceo, señaló su trabajo y esfuerzo al acompañar y ayudar a las familias de personas desaparecidas por más de una década. Su participación fue una pieza clave en el impulso de procesos de búsqueda y exigencias de verdad y justicia que evidenciaban de manera clara la impunidad persistente en el estado.
Una pérdida que deja un legado de lucha y empatía por las miles de personas que siguen desaparecidas
La madrugada de este lunes 10 de noviembre, el Centro para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios informó que la activista había fallecido a causa de complicaciones derivadas de una cirugía de esófago en el Instituto Mexicano del Seguro Social, días antes de haber celebrado su cumpleaños número 62 en compañía de sus seres queridos y amistades que la acompañaron en diferentes etapas de su trayectoria.
Colectivos académicos y organizaciones sociales han expresado en las últimas horas su pesar y reconocimiento a una mujer que dedicó su vida a transformar el dolor en esperanza y la injusticia en acción colectiva, palabras que son recordadas por todas sus compañeras de trabajo y por gran parte de los ciudadanos de Coahuila que fueron testigos de su enorme entrega y compromiso con la ayuda comunitaria.


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