El anime y nosotros: la conexión emocional que generamos

Hay quienes ven anime para pasar el rato. Otros lo descubren por curiosidad, y algunos, sin buscarlo, encuentran en sus historias algo mucho más: una conexión emocional difícil de explicar. Porque el anime no solo entretiene, también te ayuda a sentirte acompañado y hasta mejor contigo mismo.  

Detrás de cada opening pegajoso y cada personaje con looks increíbles, hay relatos que exploran emociones humanas con una sensibilidad que toca nuestras fibras más sensibles. Amistad, pérdida, miedo, esperanza, identidad, amor. Lo que sentimos al ver a un personaje romperse o levantarse no es casualidad: lo vivimos como si fuera propio.

¿Por qué nos duele tanto cuando algo le pasa a un personaje?

Esto no es una exageración cliché. Diversos estudios en neurociencia afirman que cuando vemos historias, nuestro cerebro activa las mismas áreas que usaría si las estuviéramos viviendo. Se liberan sustancias como dopamina y oxitocina, que nos hacen sentir placer, conexión y empatía. 

Así que no, no estás exagerando cuando lloras con la muerte de cierto personaje o gritas de emoción con una escena. Es tu cerebro sintiendo como propias esas emociones que vemos.

Después de todo, la humanidad desde siempre ha utilizado las historias para tratar de entender el mundo y a nosotros mismos. Y el anime no es la excepción, con su estilo único y su formato tan llamativo, es normal que nos sintamos atraídos a consumir anime.

Y para muchos, se vuelve más que una afición. Es un refugio. Un lugar donde se sienten comprendidos, donde personajes que también luchan contra sus inseguridades, traumas o miedos reflejan las batallas internas que libramos en silencio. Porque a veces, ver que alguien más —aunque sea un dibujo— también tiene miedo, consuela.

Pensemos en Fruits Basket, por ejemplo. Una historia que, en apariencia, parece romántica, dulce y fantasiosa, pero que habla de abandono, abuso emocional, pérdida y el encontrar tu identidad. 

Tohru Honda es una protagonista amable, pero que tiene sus propias batallas internas que le cuesta reconocer. Y Kyo, Yuki o Momiji representan lo difícil que es sanar, perdonar y aceptarse. De ahí que no sea raro encontrar personas a las que esta historia les haya cambiado la vida y su manera de relacionarse con los demás.

Crear comunidad a través del anime

Además, el anime nos conecta con otros. Las comunidades que nacen alrededor de una serie o personaje son espacios donde florece la empatía, la creatividad, y muchas veces, el apoyo emocional. Desde convenciones hasta grupos en redes sociales, hay miles de personas que han encontrado a sus mejores amigos gracias a una historia animada.

Y qué decir del cosplay. Más allá del disfraz, es una forma de expresión. Quien se pone en la piel de su personaje favorito no solo está homenajeando una serie, también está enfrentando inseguridades, celebrando su identidad o simplemente divirtiéndose siendo quien quiere ser.

Es fácil estigmatizar y juzgar, pero lo cierto es que detrás de cada historia hay una persona intentando entenderse, sobrevivir o simplemente vivir en paz con quien es. Porque sí, el anime es una forma de encontrarnos con otros y con nosotros mismos.

Por: Sara Ayala


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