Lolita Cortés se convirtió en una de las participantes favoritas desde que nos dimos cuenta de que formaría parte de la primera temporada de La Granja VIP, hasta que durante el último fin de semana, en la gala de eliminación, la jueza de hierro pidió su salida en televisión nacional tras haber manifestado que se sentía mal emocionalmente y que ya no podía seguir en la competencia. No fue un juego, no fue una estrategia, fue una persona que prefirió su salud mental por encima de cualquier contrato o suma de dinero.
En los últimos años, los reality shows 24/7 se han vuelto una de las programaciones más populares en la televisión latinoamericana. Sin embargo, este tipo de shows tiene un trasfondo que va más allá de ser solo entretenimiento: exponen una situación vulnerable en la que la salud emocional de los participantes es uno de los precios más altos por pertenecer a este tipo de proyectos.

La salida de Lolita Cortés abrió el debate sobre qué tanto priorizamos la salud mental frente a diversas situaciones
Durante la gala de eliminación de este domingo nueve de octubre en La Granja VIP, Lola Cortés, una de las participantes más queridas y de las que más sorprendió al demostrar que detrás de su papel de jueza de hierro en La Academia existe una persona vulnerable, humana y sencilla, se colocó al lado de sus compañeros nominados para pedirle a la producción la oportunidad de abandonar el juego.
Visiblemente conmovida y con la mano levantada, Lolita Cortés comentó que no se sentía bien emocionalmente y que no quería hacerles pasar otra semana miserable a sus compañeros, quienes aseguró que no tenían la obligación de levantarle los ánimos todos los días.
Días antes de que tomara esta decisión, en redes sociales varios de sus fans habían reportado el gran cambio en el estado de ánimo de la concursante, señalando los recurrentes episodios de llanto y reflexión, en donde la artista confesaba que el encierro, la presión emocional y el distanciamiento de su familia comenzaron a afectarla profundamente.
La manipulación emocional y la edición narrativa de los reality shows, más allá de ser entretenimiento
¿Alguna vez te has preguntado cuál es el principal objetivo de los programas 24/7 con sus participantes? Pues déjame decirte que, detrás de toda la narrativa de quiénes son los malos y quiénes los buenos, existe un evidente caso de exposición sobre el impacto psicológico de los reality shows, donde los participantes no solo deben demostrar que son “buenos y divertidos”, también tienen la enorme tarea de autorregular sus emociones al estar encerrados durante varios días.

Al ser expuestos a una vigilancia constante, los concursantes suelen atravesar fuertes momentos de vulnerabilidad emocional. De acuerdo con información de la Asociación Americana de Psicología, esta exposición prolongada puede generar estrés crónico, ansiedad y una sensación de pérdida de control sobre su propia imagen.
No es una exageración manifestar cómo te sientes emocionalmente
No es divertido y no se trata de demostrar quién aguanta más. Además de estar expuestos a este tipo de situaciones, los concursantes también enfrentan el acoso en redes sociales, donde muchos de ellos no solo viven un infierno dentro del programa, sino que también son violentados y acosados mediante miles de comentarios en su contra, e incluso hacia sus familiares, parejas y amigos cercanos.

Para nadie es un secreto que la producción suele editar las grabaciones con el fin de crear personajes artificiales como la víctima, el villano, los enamorados o la heroína, donde cada uno parece estar destinado a un papel específico durante su participación en el programa. Estudios realizados por la Universidad de Oxford señalan que el 68% de los concursantes de programas como Love Island y Big Brother han sufrido depresión o ansiedad durante y después del programa.

El hecho de que existan personalidades más fuertes que soporten este tipo de encierros no quiere decir que la víctima esté exagerando o que no esté bien mentalmente. Se trata de una serie de condiciones y situaciones que detonan y potencian las emociones como una bomba de tiempo, en la que tienes cientos de cámaras listas para grabar tus reacciones y momentos de vulnerabilidad personal. Así es, no existe la privacidad.
La salud mental no es un botón que se prende y se apaga: priorizarla es una responsabilidad y un acto de amor propio
Priorizar la salud mental nunca será un acto de egoísmo ni de irresponsabilidad. Al contrario, sea cual sea la situación, significa darle mayor importancia al bienestar emocional de tu persona, lo que implica aceptar, conocerte y tener la valentía para ponerte por encima de todo y de todos, entendiendo que tú eres el protagonista de tu historia y el único que puede cuidar mejor de ti mismo.

Reconocer que no te encuentras bien es también un avance importante para poder estarlo. Es una manera de reconocer nuestras emociones y de conectar con ellas para aprender a poner límites frente a situaciones o personas que ponen en riesgo o afectan el desarrollo integral de nuestra persona. Es una manera de abrazarnos a nosotros mismos y de reconocer que necesitamos recargar energías para seguir brillando como la luz eterna que somos.


Deja un comentario