Los desastres naturales son momentos de prueba, no sólo para las comunidades afectadas sino también para sus líderes. ¿Debe un presidente estar a pie de calle, apoyando y enfrentando el dolor de su pueblo? ¿O es válido mantenerse al margen para evitar confrontaciones?
La pasada respuesta de Andrés Manuel López Obrador ante el desastre de Acapulco y la reciente respuesta de los reyes de España en Paiporta, Valencia, revelaron dos estilos de liderazgo muy distintos y abrieron un debate sobre el verdadero rol de un líder cuando el país sufre.
AMLO y la “temporada de zopilotes”
Cuando Otis golpeó Acapulco con una fuerza demoledora, dejando daños que la AMIS calculó en casi 2,000 millones de dólares, muchos esperaban que el presidente recorriera las zonas afectadas para escuchar a las personas damnificadas.
Sin embargo, AMLO prefirió reuniones a puerta cerrada con autoridades, sin acercarse a las calles destruidas. Cuando se le preguntó al respecto, justificó su ausencia diciendo que era “temporada de zopilotes”, en referencia a los medios y a sus opositores, y explicó que prefería no exponerse a una “emboscada” que, según él, podrían organizar sus críticos para dejarlo mal parado en los titulares.
Este argumento ha sido difícil de digerir para quienes esperaban verlo en el terreno, frente a frente con las personas que perdieron todo. Para muchxs, su actitud fue vista como una falta de sensibilidad o, al menos, como una desconexión con las necesidades de los damnificados. El presidente, en lugar de brindar su apoyo en persona, optó por alejarse de los afectados y refugiarse en la idea de una conspiración en su contra.
Y ni hablar de Sheinbaum y el huracán John, al mismo estilo de AMLO, decidió visitar Acapulco pero sólo se reunió con la gobernadora y demás autoridades, evitando ver a los damnificados.
Reyes de España: de Frente y con barro
La situación en España fue totalmente distinta. Tras las inundaciones en Paiporta, Valencia, que causaron grandes pérdidas y dejaron más de 70 fallecidos, los reyes Felipe VI y Letizia, junto con Pedro Sánchez, se presentaron en la zona de desastre para mostrar su apoyo. Aunque poco después Sánchez se retiró del lugar poco después.
La visita no fue precisamente amigable: los habitantes, llenos de rabia y dolor, recibieron a la comitiva con gritos de “asesinos” y hasta arrojaron lodo y piedras. Aun así, Felipe VI y Letizia, con el rostro manchado de barro, continuaron su recorrido por las calles, tratando de hablar con los vecinos, mientras la reina también intercambiaba palabras con la gente, en un intento por escuchar sus preocupaciones.
Dos líderes, Dos respuestas
Estas reacciones muestran dos caras del liderazgo ante la adversidad. En México, AMLO decidió mantener distancia, protegiéndose de la posible confrontación. En España, por otro lado, los reyes enfrentaron la ira de la comunidad cara a cara, conscientes de que, aunque los gritos y los insultos eran inevitables, debían estar ahí.
La diferencia entre ambos casos no pasó desapercibida para quienes ven en estas respuestas el verdadero carácter de un líder.
Mientras los reyes de España se arriesgaron a lidiar con el enojo de su pueblo, AMLO prefirió quedarse lejos, sin enfrentarse a las realidades de una ciudad en crisis. Para muchxs, esto dice más sobre el presidente que cualquier declaración política: en los momentos difíciles, algunos líderes prefieren acercarse, mientras que otros optan por quedarse en la comodidad de la distancia.
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