La reforma judicial ya llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la cosa se está poniendo cada vez más tensa. Este martes, una gran cantidad de jueces, juezas, magistradas y magistrados mexicanos, cansados de la reforma, llevaron su queja a Washington para que la CIDH le eche un ojo a lo que está pasando en México. Básicamente, están pidiendo que detengan esta reforma que consideran un “golpe de Estado técnico”. Si suena fuerte, es porque lo es.
¿Por qué fueron a la CIDH?
La situación es seria. En agosto, más de 800 magistrados mexicanos enviaron una carta a la CIDH, en la que mencionaron que la reforma es un intento de concentrar todo el poder en las manos del Ejecutivo.
Y, como mencionan varios analistas, no lo están diciendo sólo por molestar: aseguran que el gobierno (Morena, pues) está aprovechando esta reforma para controlar al Poder Judicial y evitar que los jueces sigan cumpliendo con su trabajo de manera independiente. Esto, claro, también pone en riesgo la democracia. De ahí que la CIDH haya dado una fecha (12 de noviembre) para una reunión y discutir el asunto.
¿Qué pasó en la reunión con la CIDH?
A la reunión acudieron juezas y magistradas, quienes encabezaron la delegación de trabajadores del Poder Judicial Federal para presentar sus objeciones a la reforma, mientras que la defensa corrió a cargo de la embajadora Luz Baños, y el director de estudios constitucionales de la consejería jurídica, José Antonio Montero.
Las mujeres en el Poder Judicial: Un golpe directo a sus logros
Uno de los momentos clave de la reunión fue cuando la jueza Claudia Helena Hurtado expresó que la reforma significa una “violencia institucional” que amenaza con remover a 486 mujeres que, tras años de esfuerzo, lograron romper el “techo de cristal” en el Poder Judicial. Estas mujeres, afirmó, enfrentan la destitución como resultado de la reforma, borrando décadas de luchas por la igualdad de género en la judicatura mexicana.
“Para 2027, todas seremos removidas… no, no llegamos todas”, lamentó la jueza Hurtado. Según su testimonio, este movimiento no sólo afecta la estructura del Poder Judicial, sino que también debilita la inclusión y representación de mujeres en el sistema, cuestionando el compromiso de la reforma con la justicia de género.
La CIDH llamó a la reforma “abuso constitucional”
Cuando la representación del gobierno mexicano llegó a la CIDH para defender la reforma, el comisionado Carlos Bernal Pulido (comisionado de la CIDH) no perdió tiempo: llamó a la reforma “un manual de abuso constitucional”. O sea, en palabras simples, dijo que lo que está pasando en México no es nada nuevo, pero es muy peligroso. Esta reforma, para él, es parte de un plan más grande para concentrar el poder en un solo lugar, y esto nunca es bueno para un país democrático.
Además, Bernal dejó claro que si las reformas se hacen tan rápido y sin un debate serio, los jueces tienen que estar aún más protegidos. Porque si no recuerdas, la reforma fue aprobada en corto y sin un serio debate. “¿Quién defiende a los jueces y magistrados mexicanos ahora, cuando los contrapesos parecen estar siendo “desmontados” desde dentro?”, se preguntó.
El gobierno mexicano: ¿Un poco perdido en el tema?
Algo que llamó mucho la atención es que los representantes del gobierno mexicano admitieron que no tenían un diagnóstico claro sobre cómo iba a funcionar la reforma antes de lanzarla. O sea, hicieron la reforma sin tener bien claro para qué la estaban haciendo. No pos ta’ chido, ¿verdad?
Porque, claro, la reforma se justifica con la excusa de que hay mucha corrupción, que claro no se niega, ciertamente, pero ¿es realmente la razón detrás de la reforma? ¿o por lo menos es la forma de eliminar la corrupción?
Para Juana Fuentes, presidenta de la Asociación Mexicana de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito (Jufed), no lo parece. En la reunión fue muy directa cuando dijo: “Le pedimos al Estado que responda: ¿La corrupción se combate a través de procesos electorales? ¿Cuál es la justificación para destituirnos masivamente? ¿Se garantizó el debido proceso a los titulares destituidos”.
¿Qué va a pasar ahora?
El equipo de la CIDH se va a tomar su tiempo para analizar todo lo que se dijo en la audiencia, pero no se ve que vayan a dejar pasar esto tan fácilmente, pues no descartaron la opción de poner en marcha mecanismos para combatir la reforma una vez que entre en funcionamiento. La situación sigue en el aire, y el futuro de muchos jueces y magistrados, así como la independencia del Poder Judicial en México, sigue siendo incierto.
Y bueno, si creías que la política en México era sólo cosa de los políticos, piensa de nuevo. Este rollo nos afecta a todas y todos, y no únicamente a los jueces, juezas, magistradas, magistrados, ministras y ministros, sino a la democracia misma. A seguir de cerca cómo esto se va a resolver. ¡La reforma judicial seguirá dando de qué hablar!
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