En medio de todo el rollo sobre la elección presidencial de nuestro vecino de arriba, algunas personas han empezado a sugerir que México debería adoptar un Colegio Electoral, como el de Estados Unidos, para elegir al presidente. A simple vista suena interesante, pero si miramos más de cerca, nos damos cuenta de que esta idea no encajaría del todo con nuestro país. Aquí te explicamos por qué.
¿Qué es el Colegio Electoral y cómo funciona?
Primero, pongámonos un poco en contexto, para quienes no conozcan mucho sobre cómo funciona el sistema electoral en los United States. El Colegio Electoral de Estados Unidos no es más que un sistema indirecto (o clickbait) para elegir al presidente. Las y los votantes no eligen directamente a quien va gobernar, sino a un grupo de electores que lo harán por ellos.
El número de electores de cada estado depende de su población. Por ejemplo, un estado grande como California tiene muchos electores, mientras que un estado pequeño como Wyoming tiene menos. Esto da como resultado que los estados con mayor población tengan más poder en la decisión final.
¿Por qué este sistema no podría funcionar en México?
Desigualdad de representación
Bajo este sistema, los partidos, candidatas y candidatos se verían obligados a enfocarse en los estados con más electores y más poder político, como podrían ser CDMX, Nuevo León o Jalisco. Eso significa que las necesidades de los estados más pobres y menos poblados (como Chiapas, Oaxaca o Guerrero) quedarían en el olvido.
Si las y los electores de esos estados pequeños no suman lo suficiente en términos de votos, ningún candidato les prestaría atención. En lugar de centrarse en políticas que beneficien a todos en el país, las y los políticos buscarían sólo los estados que les garanticen el mayor número de electores.
¿Y la transparencia?
En Estados Unidos, el Colegio Electoral ha sido blanco de muchas críticas. En varias elecciones, el candidato con menos votos populares ha terminado ganando. Este sistema puede hacer que el resultado final no sea lo que la mayoría de las y los votantes apoyó, sino lo que unos pocos electores decidan.
En México, esto podría crear una gran crisis de legitimidad. Imagínate que, en un país con tantos problemas sociales y económicos, las y los ciudadanos se enteran de que el ganador o ganadora no es el que realmente obtuvo más apoyo, sino el que logró ganar en los estados más poderosos. Eso aumentaría la desconfianza en el sistema electoral, que de por sí ya es todo un tema en nuestro país.
El desmadre de cambiar todo el sistema electoral
Cambiar el sistema electoral de México para implementar un Colegio Electoral sería un dolor de cabeza monumental. Habría que modificar nuestra Constitución, replantear el sistema de elecciones y crear todo un aparato burocrático que administre a los electores de cada estado.
El riesgo de hacer todo más confuso
Al final, México no necesita un sistema de votación más complejo. La democracia ya es lo suficientemente difícil de manejar como para meterle un sistema que lo haga aún más confuso. El Colegio Electoral no sólo hace difícil la transparencia, sino que también deja mucha incertidumbre.
Si algo hemos aprendido de las elecciones estadounidenses es que a veces el Colegio Electoral puede terminar eligiendo a un presidente que no fue el más votado, lo que genera desconcierto y hasta caos social.
Más fragmentación política
México es un país con muchas diferencias entre el norte, el sur y el centro. Un Colegio Electoral podría agrandar esas diferencias y darles más poder a las regiones más desarrolladas, dejando atrás a las zonas más pobres. Esto podría polarizar aún más al país y generar más desigualdad política.
¿De dónde surge la atracción por el Colegio Electoral?
Aunque la propuesta del Colegio Electoral en México no tiene el respaldo de muchas personas, el modelo estadounidense llama la atención de quienes consideran que resolvería los problemas de representatividad en el país y que de alguna manera podría “equilibrar” el sistema electoral. Sin embargo, como ya lo explicamos, no parece ser la mejor opción realmente.
Por eso, en ojos críticos este enfoque, en cierta forma, romantiza el modelo estadounidense y no considera las diferencias clave entre ambos países, como los niveles de desigualdad y las realidades políticas y sociales de México.
Aunque suene cool en teoría, el Colegio Electoral no parece ser la solución para México. Lo que tal vez nos hace falta es un sistema más justo y que escuche las voces de todas, todos y todes. México ya tiene suficientes retos, quizá no necesitamos copiar sistemas extranjeros.
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