Los Oscar 2025 nos dejaron muchas sorpresas, pero en México, una de las escenas más comentadas no fue en la alfombra roja ni en el escenario de los premios, sino en la transmisión de TV Azteca.
Durante la cobertura de la gala, los conductores Javier Ibarreche y Linet Puente se enfrascaron en un tenso intercambio sobre la película ya de por sí polémica Emilia Pérez. Mientras Linet defendía la relevancia del filme, Ibarreche, visiblemente en desacuerdo, soltó una frase que rápidamente se volvió viral: “Todo el mundo tiene derecho a su estúpida opinión”.
El comentario tomó por sorpresa a su compañera, quien reaccionó con un “¡Oye!” mientras los demás conductores intentaban suavizar el momento con risas incómodas. Pero el internet no perdona ni olvida, y la frase se viralizó al instante, dividiendo opiniones.
¿Una simple broma o una falta de respeto?
Mucha gente defendió a Ibarreche, argumentando que simplemente fue honesto y directo. Otros, en cambio, consideraron que su comentario fue innecesariamente agresivo y poco profesional, sobre todo en un espacio público como la televisión en vivo.
Opiniones diferentes es lo que sobra en este mundo. Pero hay maneras de expresar las cosas, y en este caso, hubo quienes creen que el tono de Ibarreche se sintió más como una descalificación que como un argumento válido.
El problema no es únicamente decir que piensas diferente, sino cómo lo dices. Frases como “todos tienen derecho a su estúpida opinión” desacreditan el punto de vista del otro, y ponen al que lo dice en una especie de pedestal, como si su opinión fuera la única inteligente y válida.
¿Es un acto de violencia o supremacía?
Aquí surge una pregunta interesante: ¿Es violencia verbal? Técnicamente, no es un insulto directo, pero sí una forma de imponer una jerarquía en la conversación, donde una opinión se descarta de inmediato. ¿Por qué? Porque no está orientada a debatir o intercambiar ideas, más bien a ridiculizar y descalificar la opinión del otro sin darle una oportunidad real de defender su punto de vista.
Si se usa en un contexto donde una persona tiene más poder o influencia que la otra (por ejemplo, un jefe a un empleado, un maestro a un alumno, o incluso un influencer con más seguidores a alguien con menos voz en redes sociales), puede volverse una forma de supremacía discursiva. Es decir, un intento de imponer una idea a partir de la humillación o el descrédito.
Debatir no significa menospreciar
Es completamente válido no estar de acuerdo con alguien. De hecho, el debate es una parte esencial de la comunicación y el aprendizaje. Sin embargo, desacreditar al otro sin argumentos y recurrir a la burla o la soberbia en lugar del diálogo, solo demuestra una falta de respeto y una incapacidad para sostener una conversación constructiva.
Al final, la mejor manera de ganar una discusión no es gritando más fuerte ni burlándose del otro, sino sabiendo escuchar y responder con inteligencia y respeto. Pero, ¿tú qué piensas?
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