¿Qué es el impuesto rosa?: Cuando ser mujer cuesta más

El impuesto rosa existe, y cualquier mujer en cualquier parte del mundo te lo puede confirmar. ¿Has notado que un rastrillo rosa cuesta más que uno azul, aunque hagan exactamente lo mismo? ¿O que los desodorantes femeninos son más caros, aunque traigan menos producto? No es coincidencia ni una simple estrategia de marketing. Es el impuesto rosa, y a las mujeres les está costando miles de pesos a lo largo de su vida.

Este sobreprecio silencioso, también conocido como pink tax, afecta desde productos de higiene hasta seguros médicos. Y lo peor es que sucede en un mundo donde las mujeres ya ganan menos que los hombres. Pero, ¿por qué existe este impuesto invisible y cómo nos afecta?

¿Qué es el impuesto rosa?

El pink tax o impuesto rosa no es un impuesto real que cobra el gobierno, sino un sobreprecio que las mujeres pagan por productos y servicios dirigidos a ellas, aunque sean idénticos a los de los hombres.

De acuerdo con la CONDUSEF (Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros), el impuesto rosa se traduce en precios más altos en artículos de uso diario, solo por estar dirigidos al sector femenino.

Según el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP), las mujeres toman el 70% de las decisiones de compra a nivel mundial. Esto las convierte en un blanco perfecto para las estrategias de consumo que inflan los precios.

Además, de acuerdo con un análisis realizado por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en 2019, se confirmó que los artículos con “una versión o enfoque femenino” tienen costos más elevados en comparación con los mismos productos para hombres. Así, las mujeres terminan pagando en promedio hasta un 17.22 por ciento más que ellos.

Algunas marcas justifican este sobreprecio diciendo que invierten más en diseño, empaques llamativos o fragancias específicas. Sin embargo, este argumento se basa en estereotipos de género que asumen que las mujeres pagarán más solo porque algo se ve “bonito”.

Pero más allá del color rosa y la publicidad engañosa, este sobreprecio es una forma de discriminación económica que afecta la autonomía financiera de las mujeres.

Ellas siempre pagan más

El impuesto rosa está en más lugares de los que imaginas. Desde productos básicos hasta servicios financieros, ser mujer es más caro en muchas industrias.

  • Productos de higiene personal: Rastrillos, desodorantes, cremas, champús y acondicionadores dirigidos a mujeres son, en promedio, 7% más caros que los de hombres, aunque los ingredientes y funciones sean los mismos.
  • Productos de salud menstrual: Toallas sanitarias, tampones y copas menstruales han sido gravados con impuestos en muchos países, como si la menstruación fuera un “lujo”
  • Seguros médicos: Las mujeres pagan hasta 42% más en la prima de seguros de gastos médicos mayores, según la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF). Esto se debe a que las mujeres suelen vivir más y necesitan coberturas específicas como atención ginecológica, partos y prevención de cáncer de mama y útero.

Mujeres ganan menos, pero pagan más

El impuesto rosa es injusto por sí solo, pero se vuelve aún más grave cuando recordamos que también existe una enorme brecha salarial. Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (INEGI, 2022), los hombres en México ganan 14,628 pesos más que las mujeres cada trimestre.

  • Entre los 40 y 49 años, la brecha salarial es de 15,097 pesos al trimestre.
  • Entre los 30 y 39 años, las mujeres ganan 13,481 pesos menos.
  • Entre los 20 y 29 años, los hombres ganan en promedio 8,534 pesos más.

Es decir, las mujeres tienen menos ingresos disponibles, pero deben pagar más por los mismos productos y servicios.

El camino hacia la equidad de precios

En los últimos años, colectivas feministas y organizaciones han presionado para eliminar el impuesto rosa y la discriminación de precios por género. 

Por ejemplo, en 2022, la colectiva Menstruación Digna logró que se eliminara el IVA en productos de gestión menstrual, en algunos estados, como Michoacán, Oaxaca y Puebla, donde también se han implementado programas para distribuir estos productos de forma gratuita en escuelas y comunidades vulnerables.

Además, algunas marcas han optado por unificar los precios de productos de higiene personal y ropa, eliminando la diferencia de costos entre versiones masculinas y femeninas. Sin embargo, el camino hacia la equidad de precios aún es largo.

¿Cómo podemos combatir el impuesto rosa?

Aunque el problema es estructural, hay formas de evitar caer en esta estrategia de consumo, después de todo cada compra que haces tiene poder.

  • Compara precios: Antes de comprar, revisa si hay una versión masculina más barata. Muchas veces es el mismo producto con otro color o empaque.
  • Elige marcas comprometidas con la equidad de precios: Investiga y apoya empresas que no inflen los precios en productos femeninos o que promuevan prácticas sexistas.
  • Exige transparencia: Hablar del tema y denunciar casos de pink tax ayuda a presionar a las empresas y gobiernos para regular los precios.
  • Compra de manera informada: Opta por productos y servicios que realmente valgan lo que cuestan, sin pagar extra por marketing sexista.

¿El impuesto rosa desaparecerá?

A medida que más personas son conscientes de esta práctica injusta, el debate sobre el impuesto rosa ha ganado fuerza en todo el mundo. Sin embargo, las estrategias de marketing siguen utilizando estereotipos de género para justificar precios más altos en productos femeninos.

La clave está en informarnos, cuestionar y exigir un trato equitativo como consumidoras. Porque ser mujer no debería costarnos más.


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