A solo 57.9 kilómetros del centro de Guadalajara, en el municipio de Teuchitlán, se encuentra el Rancho Izaguirre. Un lugar que ahora es sinónimo de terror.
Los colectivos de búsqueda en México han revelado algunas de las escenas más aterradoras de la crisis de desapariciones en el país. Pero el hallazgo del Rancho Izaguirre, en Jalisco, ha expuesto una nueva y brutal modalidad usada por el crimen organizado para desaparecer a sus víctimas. Lo que parecía un campo abandonado resultó ser un centro de adiestramiento y exterminio, donde el horror quedó enterrado bajo ladrillos y tierra.
Un rancho convertido en campo de exterminio
El 5 de marzo, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco llegó al lugar tras recibir una llamada anónima alertando sobre la presencia de restos humanos en el lugar.
No era la primera vez que se hablaba de este sitio: meses atrás, la Fiscalía de Jalisco ya había intervenido la zona, tras un alerta en la se señalaba que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) lo utilizaba como un campo de adiestramiento y un centro de exterminio clandestino, pero el predio siguió operando.
Acompañados por la Guardia Nacional (GN), varios integrantes del colectivo ingresaron al rancho y lo que encontraron confirmó sus peores temores.
Los hallazgos en el Rancho Izaguirre en Jalisco
Hasta ahora, la Vicefiscalía en Personas Desaparecidas ha registrado: 5 lotes de restos óseos fragmentados, 400 prendas de vestir (incluyendo calzado y mochilas), 96 casquillos de distintos calibres, 3 cargadores de arma de fuego, 3 libros, 1 libreta con notas escritas, 1 identificación oficial, y hasta una carta de despedida.
El escenario reconstruido por las autoridades y el colectivo es espeluznante: los jóvenes reclutados con falsas ofertas de trabajo eran llevados al rancho, donde les arrebataban todas sus pertenencias y los sometían a entrenamientos forzados.
“No es verdad lo que te prometen, al llegar a ese lugar te quitan todas tus pertenencias, ilusiones y les perteneces prácticamente a ellos (…) Así es como termina gran parte de los jóvenes reclutados. Al principio llevan una emoción de querer ganar o querer sentirse superior trayendo un arma, pero la mayoría están dentro de esos crematorios”, indicó el colectivo el pasado 7 de marzo.
Sin embargo, la peor revelación fue la nueva técnica utilizada para ocultar los cuerpos calcinados.
Esta es la nueva modalidad del crimen: cenizas bajo losa de ladrillo
El CJNG no solo eliminaba los cuerpos mediante la incineración, sino que después los enterraba bajo una gruesa capa de ladrillos y tierra, dificultando su detección en operativos previos.
“Al procesar estos nuevos indicios, la Vicefiscalía en Personas Desaparecidas detectó una modalidad que no había sido utilizada por el grupo criminal: además de calcinar los restos, éstos fueron ocultados bajo una losa de ladrillo y una capa de tierra”, indicó la Fiscalía local.
Esta técnica explicaría por qué el Rancho Izaguirre no fue identificado como un crematorio clandestino en la primera intervención de septiembre de 2024. En esa ocasión, las autoridades realizaron un operativo en el que detuvieron a 10 personas y liberaron a dos más que estaban privadas de su libertad. También hubo un enfrentamiento armado con sujetos que custodiaban el sitio.
Pese a esto, el rancho no fue asegurado correctamente y siguió funcionando. Cuando los colectivos de búsqueda volvieron en marzo de 2025, los sellos estaban rotos y la evidencia del horror seguía allí.
¿Por qué el Rancho Izaguirre siguió operando?
Esta es la gran interrogante que ha generado indignación. ¿Cómo es posible que, tras haber sido intervenido el año pasado, el rancho siguiera funcionando?
“¿Cómo es que no encontraron estos crematorios? ¿Por qué cuando llegamos nosotros los sellos y candados ya no estaban y dejaron la puerta abierta? Por algo no dijeron nada antes”, denunció el colectivo.
El fiscal de Jalisco, Salvador González, justificó que la primera intervención no pudo abarcar todo el rancho debido a su gran tamaño. Según él, en septiembre de 2024 se inspeccionaron varias áreas y se hallaron restos humanos, pero no fue posible revisar la totalidad del predio.
“Es un rancho bastante grande. En aquel entonces hubo 10 detenidos, liberaron a dos personas, se hizo una búsqueda en ciertas partes desde luego del rancho, se encontraron algunos restos; sin embargo, no se pudo procesar todo el rancho porque son bastantes hectáreas”, explicó el fiscal.
Ante la presión social, la Fiscalía de Jalisco abrió una investigación interna para determinar si hubo omisiones en la primera inspección.
El papel del gobierno federal
Dada la magnitud del caso y la brutalidad del método utilizado, la presidenta Claudia Sheinbaum ha sugerido que la Fiscalía General de la República (FGR) atraiga el caso para garantizar una investigación más exhaustiva.
Sin embargo, para los colectivos de búsqueda, esto no es suficiente. Lo sucedido en el Rancho Izaguirre es solo un ejemplo más de cómo el crimen organizado sigue operando con impunidad, incluso en sitios que ya han sido intervenidos por las autoridades.
Los colectivos han tenido que hacer el trabajo que deberían estar realizando las instituciones: buscar, investigar y presionar a las autoridades. Son ellos quienes encuentran fosas clandestinas, exponen nuevas técnicas de ocultamiento y dan respuestas a las familias que el Estado ha abandonado.
El Rancho Izaguirre es una prueba más de que la violencia no se detiene. Y mientras el crimen organizado siga un paso adelante en su capacidad para desaparecer cuerpos, las familias seguirán buscando a sus seres queridos en terrenos donde la vida fue arrebatada y enterrada bajo ladrillos.
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