Ir a conciertos en México siempre ha sido una experiencia emocionante, y aunque no siempre ha sido tan barato, si antes bastaba con ahorrar unos meses para ver a tu artista favorito, hoy en día parece que necesitas vender un riñón o ganar la lotería para conseguir un buen boleto. Y no es exageración: ir a conciertos cada vez cuesta más.
No solo están los boletos, sino también el transporte, el hospedaje si es que viajas a otra ciudad, la comida y lo que consumas antes, durante y después del show. Pero, ¿por qué se han disparado tanto los costos de los conciertos en México? La respuesta no es sencilla, ya que hay múltiples factores que explican este fenómeno.
La inflación y el alza en los costos de producción
Si algo ha golpeado el bolsillo en los últimos años, es la inflación. Todo es más caro: la comida, la renta, los pasajes… y, por supuesto, los conciertos. En México, de acuerdo con el INEGI, la inflación anual cerró en 4.21% en 2024, y esto afecta a la industria del entretenimiento más de lo que parece.
Organizar un concierto no es solo pagarle al artista y ya. También hay que cubrir el alquiler del venue, el equipo de sonido, la iluminación, las pantallas, la producción, la seguridad y hasta los sueldos del staff. Todos estos costos han subido y, al final, se reflejan en el precio del boleto.
Además, el transporte es otro factor clave. Mover a una banda y a todo su equipo es caro, y con el aumento en los precios de la gasolina, los vuelos y la renta de camiones, las promotoras tienen que ajustar sus precios para no perder dinero. Y sí, el ajuste siempre termina en nuestros bolsillos.
A eso súmale el tipo de cambio, porque tus artistas internacionales favoritos no cobran en pesos mexicanos, por lo general es en dólares, y el dólar no está barato hoy en día.
¿Puedes creer que por allá del 2012, los boletos para Lady Gaga en el Estadio GNP (en ese tiempo el Foro Sol) costaban entre $450 y $2,000 pesos? Ahora, para su regreso este 2025, los precios estaban entre los $1,205 y $11,392 pesos. Y es solo un ejemplo, no ponemos más porque te deprimiras (como nosotros).
La fiebre post-pandemia y el FOMO
Desde que terminó la pandemia, la demanda de conciertos explotó. Después de años sin eventos en vivo, tanto artistas como fans queremos recuperar el tiempo perdido, y eso ha hecho que los boletos se vendan en minutos.
Aquí entra en juego el FOMO (fear of missing out, o el miedo a quedarte fuera). Nadie quiere perderse el evento del año, y las promotoras lo saben. Así que suben los precios porque, al final, saben que alguien los va a pagar. Es triste, pero es cierto: si los boletos siguen vendiéndose aunque cuesten el doble, no hay razón para que bajen los precios.
También está el tema de los festivales, que cada vez traen carteles más grandes y producciones más impresionantes. Pero todo eso cuesta, y los organizadores no van a sacrificar su ganancia. Así que si quieres ver a tu banda favorita, probablemente tendrás que pagar por un festival completo… aunque solo te interese un artista.
Las boleteras y su monopolio descarado
Ahora hablemos del verdadero villano de esta historia: las boleteras. En México, la venta de boletos es todo un monopolio, incluso sin decir nombres ya sabes de qué empresa hablamos ¿cierto? Y como no hay competencia, pueden hacer lo que quieran. ¿Comisiones absurdas? Claro. ¿Cargos extra por “servicio”? También. ¿Precios dinámicos que suben en segundos? Por supuesto.
Cuando compras un boleto, no solo pagas el precio de tu lugar, sino que te cargan una serie de comisiones que pueden representar hasta un 25% del total. Así que si un boleto cuesta $1,000 pesos, en realidad podrías terminar pagando $1,250 o más.
Y qué decir de los abusos con los famosos paquetes VIP. Antes, el boleto más caro te daba la mejor vista y ya. Ahora, hay paquetes VIP que incluyen desde early entry hasta merch exclusiva (que no siempre vale el costo).
El problema de esto es que, aunque se presenta como un beneficio opcional en muchas ocasiones termina siendo obligatorio para ciertas zonas, lo que implica un precio muchooo mayor, costando incluso el doble del boleto por sí solo.
Además, las preventas bancarias y los accesos exclusivos han convertido la compra de boletos en un juego de estrategia donde el fan promedio tiene pocas posibilidades de conseguir entradas sin pagar de más. Y eso sin contar el problema de la reventa…
La reventa y el mercado negro de boletos
Si los boletos desaparecen en segundos, pero mágicamente aparecen en plataformas de reventa al triple de su precio original, ya sabes qué está pasando. Y aunque las boleteras aseguran que están combatiendo este problema, la realidad es que sigue pasando en prácticamente todos los conciertos importantes.
El problema es que mientras haya gente dispuesta a pagar esos precios, la reventa seguirá existiendo. Si un boleto de $2,000 pesos se revende en $6,000 y alguien lo compra, el ciclo nunca se rompe.
¿Hay algo que podamos hacer?
Aunque los precios de los conciertos parecen estar fuera de control, todavía hay formas de gastar menos (o al menos, no arruinarse en el intento), porque sinceramente en esta era de conciertos no parece que nadie vaya a dejar de ir. Lo mejor que puedes hacer es:
- Compra boletos en plataformas oficiales. Evita la reventa y los fraudes.
- Aprovecha preventas bancarias y promociones. Si tienes acceso a meses sin intereses o descuentos, úsalos.
- Planea con anticipación. Si sabes que un artista suele venir en ciertas fechas, empieza a ahorrar desde antes.
- Prioriza los conciertos que realmente quieres ver. No es necesario ir a todos, aunque el FOMO diga lo contrario.
- Exigir precios justos a las boleteras. Suena muy poco realista, pero si los fans comienzan a organizarse y a presionar en redes sociales, algunas empresas podrían verse obligadas a hacer cambios.
Cuanto más ruido haya sobre los abusos de las boleteras y las promotoras, más difícil será para ellos seguir operando con total impunidad. Al final, los conciertos existen porque hay gente dispuesta a pagar, y si como público exigimos mejores condiciones, quizá algún día las cosas cambien.
Al final, los conciertos siguen siendo una experiencia increíble, pero cada vez son más costosos. ¿Seguirá esta tendencia? Probablemente sí. Mientras la gente pague, los precios seguirán subiendo. Pero bueno, al menos nos quedarán los recuerdos y los videos en el celular… aunque la cuenta bancaria sufra en el proceso.
Deja un comentario