Cuando se trata de hablar de violencia de género, las palabras importan. Y en este caso, las palabras de Claudia Sheinbaum dejan más dudas que certezas.
En su conferencia matutina, la presidenta mexicana no condenó con firmeza las acusaciones contra Cuauhtémoc Blanco, ni respaldó de manera contundente a la víctima. En su lugar, cuestionó la investigación, puso el foco en el contexto político y defendió —sin decirlo explícitamente— la decisión del Congreso de frenar el desafuero del exgobernador de Morelos.
“Siempre vamos a apoyar a las mujeres, eso no está en duda, pero siempre tiene que haber pruebas suficientes para un caso como este”, declaró Sheinbaum.
¿Suena familiar? Es la misma narrativa que hemos escuchado una y otra vez para minimizar casos de violencia de género en la política mexicana. Además, se le olvida a Sheinbaum que precisamente para eso es el desafuero, para que se demuestre su culpabilidad o inocencia, pero para culpar a medio mundo de corrupción y demás ahí no hacen falta pruebas.
La defensa entre líneas de Sheinbaum
El caso de Cuauhtémoc Blanco no es un tema menor. En octubre del año pasado, su media hermana lo denunció por intento de violación. La Fiscalía General del Estado de Morelos solicitó su desafuero para poder llevarlo ante la justicia, pero la Cámara de Diputados —con mayoría de Morena y el apoyo del PRI, que por cierto Sheinbaum también negó que hubiera algún acuerdo con el PRI— bloqueó el proceso.
Ahora, Sheinbaum no solo evita respaldar la investigación, sino que también pone en duda su validez, sugiriendo que todo podría tratarse de una maniobra política.
“¿De dónde viene la denuncia que le hacen al exgobernador?”, cuestionó la mandataria, refiriéndose a Uriel Carmona, exfiscal de Morelos, a quien señaló como “encubridor de feminicidios”.
Sí, la trayectoria de Carmona está llena de sombras y decisiones cuestionables. Pero usar su mala reputación para desacreditar y minimizar una denuncia de violencia sexual es una estrategia peligrosa.
Porque, ¿qué está diciendo Sheinbaum entre líneas? Que el Congreso actuó correctamente al rechazar el desafuero, y que Cuauhtémoc Blanco, en el fondo, podría estar siendo víctima de un ataque político. Mientras tanto, ¿dónde queda la víctima?
Este mensaje tibio de Sheinbaum deja la puerta abierta a la impunidad. Porque al final del día, el problema no es solo Cuauhtémoc Blanco. El problema es el sistema que sigue protegiendo a los agresores. Y hasta ahora, Sheinbaum no ha demostrado que su gobierno esté dispuesto a cambiar eso.
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