¿Canciones feas o placer culposo?

Si eres de los que se pierden horas en X entre memes, chismes y demás, quizá te topaste con un hilo de “canciones que están feas”. Y bueno, lo que empezó como una lista irónica terminó abriendo un debate más amplio: ¿por qué nos avergüenzan canciones que alguna vez nos encantaron? Porque, seamos honestos, ¿de verdad están feas estas canciones, o sólo nos hartaron?

La gente confunde fea con quemada

Una gran verdad que nadie pidió pero te la diremos: esas canciones no están feas, solo están saturadas. Sonaron tanto que el simple hecho de escucharlas otra vez provoca una microcrisis. Pero eso no significa que sean malas. Solo fueron víctimas de su propio éxito.

“abcdefu” de GAYLE fue tan escuchada que ahora cada vez que la ponen alguien rueda los ojos. “Happy” de Pharrell Williams fue usada para TODO en comerciales, fiestas, y sí, es imposible escapar de su coro. Pero, ¿es fea? Mmm… no más que ese loop mental que te dejó.

¿Por qué nos cansa lo que alguna vez amamos?

Más allá del hate gratuito, esta lista revela algo interesante: muchas veces no odiamos una canción por su calidad, sino por la saturación que nos dejó. Son temas que escuchamos hasta el hartazgo en todos lados y se ponían a cada rato en playlists genéricas de Spotify.

Lo que pasa con canciones como “Gangnam Style” de PSY o “Shake It Off” de Taylor Swift es que fueron diseñadas para ser omnipresentes. Pop en su estado más puro: simple, pegajoso, inofensivo y fácilmente replicable. Y ahí está el truco: se vuelven tan virales que en poco tiempo dejan de sentirse divertidas y cansan. Lo que antes amábamos ahora suena a ruido de fondo, a “otra vez esto”.

Otro punto importante: ¿por qué tratamos tan mal a las canciones que solo están hechas para divertir? No todas las rolas tienen que tener una letra existencialista o una producción totalmente alternativa y experimental. Algunas, como “El Taxi” de Pitbull o “Roar” de Katy Perry, están diseñadas para hacerte feliz, no sobrepensar, perrear mal y pasarla bien, y eso también tiene su mérito. 

Además, muchas de las canciones en la lista tienen algo en común: son irresistiblemente pegajosas, y eso no se logra por accidente.

El cringe generacional también existe

Hay otro factor: el contexto. Algunas de estas canciones están marcadas por una estética que ya nos da un poco de pena ajena. Piensa en “All About That Bass” de Megan Trainor, que en su momento fue celebrada como body positive… pero hoy suena llena de clichés. O “Ropa Cara”, que ya no es algo que dedicarías. Lo que antes sonaba bien, hoy se percibe genérico. Así de rápido cambia el gusto.

Entonces… ¿de verdad están feas?

Depende de a quién le preguntes. Algunas canciones envejecieron raro, otras fueron sobreexplotadas y unas más simplemente nunca fueron para ti. Pero llamarlas feas no parece justo.

Al final, el gusto musical también es generacional, personal y hasta ambiental. Tal vez “Vivir Mi Vida” de Marc Anthony no te guste… hasta que te agarren ambientado. Tal vez “Ojos Marrones” de Lasso te da cringe ahora, pero en su tiempo la tenías en repeat.


Esas canciones “feas” nos acompañaron en momentos importantes: viajes, rupturas, fiestas, o simplemente épocas en las que necesitábamos algo ligero. Y aunque ahora nos de pena admitirlo, probablemente sí gritaste “Cause I’m happppyyyy…” con una sonrisa ridícula en 2014. Simplemente disfrutemos de la música.


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