Salir del clóset sigue siendo, para muchas personas, una de las decisiones más importantes, vulnerables y valientes de su vida. Aunque la comunidad LGBT+ es cada vez más visible, más libre, más ruidoses, lo cierto es que aún hay mucha violencia y rechazo, especialmente si eres joven, si vives en un entorno conservador, si eres parte de una comunidad indígena o si enfrentas otras formas de discriminación.
Por eso, este mes del Pride queremos escribirte a ti, que tal vez estás ahí, del otro lado de la pantalla, pensándolo, dándole vueltas, sintiéndote confundide o angustiade por lo que puede pasar. Con esto no buscamos decirte “hazlo ya”, sino acompañarte, darte herramientas, darte abracitos, recordarte que no estás sole y que tu tiempo es válido.
¿Cómo se siente salir del clóset?
Salir del clóset no es solo una conversación, es un proceso interno muy profundo. Para muches, implica reconocer(se) por dentro antes de explicarse por fuera. Miedos, culpas, dudas, el famoso “¿qué van a decir?”… todo eso se mezcla con el deseo de vivir como eres, de dejar de esconder a quien amas o cómo te identificas.
El deseo por mostrarse como un ser completo es lo que nos mueve. Pero lo que nos frena muchas veces es el miedo al rechazo, a quedarnos soles, a no ser entendides.
No estás mal por sentir eso. Salir del clóset es mostrarle al mundo una parte tuya que llevas protegiendo desde hace mucho. Y sí, da miedo, pero también puede ser liberador.
¿Hay un momento perfecto?
No existe el momento ideal, pero sí existe tu momento. Será cuando te sientas segurx, con confianza y ganas de compartirlo. Puede ser a los 15, a los 30, a los 60 o nunca, si no quieres. No hay reloj para esto.
Y tampoco se sale del clóset solo una vez. A veces hay que hacerlo en el trabajo, con nuevos amigos, con familia que no sabías que no sabía… Y cada vez es diferente. Así que ve a tu ritmo. Sin culpa. Sin prisa.
¿Cómo decirlo?
No hay guión. Pero sí hay algunas cosas que ayudan:
- Evalúa tu entorno. ¿Es seguro? ¿Puedes hablar sin miedo a violencia o represalias? Si no lo es, busca primero a una persona aliada o una red de apoyo.
- Elige bien el momento. Que sea en calma, sin interrupciones. Algo íntimo, no una conversación improvisada en medio de la cena familiar.
- Prepárate. Puedes practicarlo frente al espejo, escribir una carta, enviar un audio. No tiene que ser perfecto, solo sincero.
- Ten un plan B. Si la reacción no es buena, asegúrate de tener un espacio seguro al que puedas acudir: una amistad, una organización, una línea de ayuda.
Y, sobre todo, recuérdate que no tienes que explicarte más allá de lo que quieras compartir. Tu identidad no es algo que debas justificar.
Para quienes escuchan: familia, amistades, comunidad
También es importante hablar de las personas que están del otro lado escuchando, porque no siempre sabemos cómo reaccionar. Si alguien sale del clóset contigo, valóralo. Es un acto de confianza enorme. Probablemente esa persona esté temblando por dentro. Escucha con amor. Agradece. No lo hagas sobre ti. No minimices.
Decir “yo ya lo sabía” no ayuda tanto como decir “gracias por confiar en mí”. Decir “te amo tal como eres” puede cambiar una vida. Y si no sabes qué decir, empieza por: “Estoy aquí para ti. Gracias por decirme esto. ¿Cómo te sientes?”.
Si alguien confía en ti lo suficiente como para contarte que es parte de la comunidad LGBT+, abrázalo, y que no se te olvide que te eligió porque se siente segurx contigo. Esa confianza es un regalo enorme, no la traiciones. No compartas su historia con nadie más, a menos que esa persona lo quiera.
No le pongas presión para que “ya lo diga” a otros o “lo grite al mundo”. Cada quien tiene su propio ritmo, su propio miedo y sus propias batallas. Acompaña, escucha y respeta. Porque más que un secreto, te están compartiendo una parte muy valiente de quienes son.
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