Compartir responsabilidades equitativamente: la maternidad y paternidad

Ser papá o mamá no viene con manual, pero hay algo que debería estar clarísimo desde el principio: criar es una responsabilidad de tiempo completo y de ambas personas. Y sí, eso incluye cambiar pañales, lavar trastes, barrer la casa, hacer la comida, ir por las vacunas, revisar tareas y todo lo que viene en el combo de la maternidad y paternidad.

Pero aunque estamos en pleno 2025, la cosa no siempre es pareja. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres mexicanas dedican en promedio más del triple de tiempo que los hombres a tareas del hogar y cuidados no remunerados. Mientras ellas están en friega con la casa y los hijos, muchos hombres siguen creyendo que “ayudan” cuando lavan de vez en cuando.

No se ayuda, se comparte

El término “ayudar” ya se nos quedó pegado, pero es momento de cambiar el chip. Cuando decimos que alguien “ayuda” a su pareja con las tareas del hogar o con los hijos, lo que realmente estamos haciendo es dejar implícito que esas responsabilidades le pertenecen a la otra parte por default. Y no.

La maternidad y la paternidad deben construirse desde la corresponsabilidad, que básicamente significa que ambas personas se hacen cargo de forma activa, equitativa y constante de todo lo que implica tener un hogar y criar a una criatura. Desde cambiar un pañal a las 3 a.m. hasta hacer la lista del súper.

Porque si ambos trabajan fuera de casa o si uno se queda en casa, ambos merecen descansar, tener tiempo personal y no cargarse con el 100% de la chamba doméstica.

Además, los niños crecen viendo, escuchando y aprendiendo. Si ven que su papá también barre, cocina y cambia pañales, normalizan que esas tareas son de todos, no sólo “de mujeres”. Y eso ayuda a romper con siglos de machismo heredado.

No es ciencia espacial, es vivir en sociedad

Y ojo: muchas de las tareas que algunos siguen viendo como “cosas de mujeres” —barrer, trapear, doblar ropa, tender la cama— son literalmente cosas básicas que cualquier persona funcional debería saber hacer. O sea, no es física cuántica ni se necesita un curso avanzado para limpiar el baño. Si vives en un espacio, pues lo cuidas, así de simple.

El problema es que a muchas generaciones se les educó pensando que eso era “trabajo femenino”, y cuando un hombre lo hace, parece acto heroico. Pues no. Ser adulto y convivir en una casa implica saber mantenerla limpia, ordenada y funcional. No por puntos extra, sino por sentido común.

¿Cómo se ve una verdadera corresponsabilidad?

Una verdadera corresponsabilidad se ve cuando ambas personas se involucran activamente en el día a día del hogar y la crianza, sin esperar que una parte “ayude” a la otra, sino entendiendo que ambas tienen la misma responsabilidad. 

Significa que no hay tareas “de mujeres” o “de hombres”, sino necesidades compartidas que se resuelven en equipo: si hay que cocinar, se cocina; si hay que ir al pediatra, se va; si hay que consolar a un niño en la madrugada, cualquiera de los dos lo hace sin que sea visto como algo extraordinario. 

También implica tomar decisiones juntos, asumir cargas emocionales por igual, y estar pendientes no solo de lo obvio, como lavar ropa o limpiar, sino de lo invisible: las citas médicas, las tareas escolares, el cansancio acumulado. Corresponsabilidad es ver el hogar y la familia como un proyecto conjunto, no como una chamba extra que alguien asume por “amor” mientras el otro simplemente coopera.

El camino es largo, pero no imposible

Sí, todavía falta mucho por cambiar. Y aunque ya hay muchas parejas que están rompiendo con los roles tradicionales, el contexto sigue arrastrando ideas viejísimas como que las mujeres son “mejores” para cuidar o que los hombres son “más útiles” trabajando fuera.


La buena noticia es que cada vez se habla más del tema, y poco a poco se empieza a entender que la crianza no es un favor, es una responsabilidad compartida. Y eso implica diálogo, acuerdos y también dejar el ego a un lado para construir algo mejor en equipo.


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