Tradicionalmente celebrado como el Día de la Hispanidad o Día de la Raza, el 12 de octubre marca el “descubrimiento” de América por Cristóbal Colón. Lo que, según una historia mal contada, nos trajo “grandes avances”. Sin embargo, sólo los pueblos originarios saben lo que realmente significó este “encuentro de dos mundos”.
El Día de la Resistencia Indígena es una respuesta clara a esta narrativa eurocentrista que intenta glorificar la colonización. Es un recordatorio de que la perspectiva de los colonizadores no es la única que existe, sino también desde los que fueron subyugados.
Una historia impuesta
Cuando Colón pisó tierra americana en 1492, se desencadenaron una serie de eventos que significaron la imposición de la religión, el despojo de tierras, la explotación de recursos y personas, y una brutal represión física y cultural para las civilizaciones que habitaban el continente. En México, la llegada de los españoles marcó el colapso del Imperio Mexica y el sometimiento de las naciones indígenas bajo el yugo de la corona española.
A pesar de que las civilizaciones indígenas poseían ejércitos bien organizados, las armas europeas, el uso de caballos, y la propagación de enfermedades como la viruela, que los indígenas no conocían ni podían resistir, desmantelaron sus estructuras sociales. Esto resultó en una caída demográfica brutal: en menos de un siglo, la población indígena de México se redujo dramáticamente.
La resistencia de años
Pero, aún con toda la brutalidad en su contra, las comunidades indígenas de nuestro país pelearon para que sus pueblos no desaparecieran. Desde el inicio de la conquista, surgieron líderes que encabezaron resistencias en diversas regiones. Cuauhtémoc, el último emperador mexica, es uno de los símbolos más destacados de esta resistencia, al negarse a rendirse ante Hernán Cortés hasta ser capturado.
Sin embargo, la resistencia no sólo fue militar. Los pueblos originarios también adoptaron tácticas de resistencia cultural, manteniendo vivas sus costumbres, lenguas y creencias en secreto, lejos del alcance de los colonizadores.
La resistencia continúa
Tristemente, a lo largo de los siglos, la resistencia continúa, adaptándose a nuevas formas de opresión. En el México independiente, los pueblos indígenas fueron nuevamente marginados, tanto por el nuevo gobierno como por las élites criollas.
Años más tarde, en el contexto que conocemos hoy en día, éstas comunidades siguen defendiendo su territorio, cultura, pero sobre todo su derecho a existir sin ser asimilados por una modernidad que se resiste a incluirlos.
Las desigualdades económicas, la falta de acceso a servicios básicos y el racismo estructural siguen siendo barreras para su desarrollo. El despojo de tierras continúa siendo una realidad para muchas comunidades, ya que proyectos mineros, hidroeléctricos y de infraestructura los desplazan de sus territorios.
Más de 500 años han transcurrido desde la colonización, y España aún se niega a reconocer los crímenes perpetrados por sus antepasados contra los pueblos originarios de América. Recientemente, la reforma al artículo 2 de la Constitución ha permitido que las comunidades indígenas y afromexicanas accedan a recursos públicos y ejerzan sus derechos colectivos de manera más autónoma.
Además, el reciente episodio diplomático, en el que la presidenta Claudia Sheinbaum decidió no invitar al rey de España a su toma de protesta, simbolizan una ruptura con el pasado colonial y una alineación con las voces que exigen una reparación histórica, y el reconocimiento de los agravios sufridos durante la colonización. Aunque, ciertamente, como país aún nos falta mucho para hablar de un México en donde se respeten y atiendan a las comunidades indígenas.
Que este Día de la Resistencia Indígena, y los siguientes 12 de octubre, sean un día para reconocer la dignidad y lucha de los pueblos originarios.
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