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El gobierno de Morena: Su palabra es ley

La democracia en México está enfrentando uno de sus mayores desafíos, y quizá la mayoría de nosotros aún no alcanza a comprender el impacto de lo que está en juego. Estamos siendo testigos de cómo el gobierno actual no sólo acumula poder, sino lo usa para moldear la realidad a su conveniencia, sin tomar en cuenta la pluralidad y la diversidad de voces que debería representar.

Imagina un país en el que se pierde el derecho a cuestionar, a exigir transparencia, a tener servicios regulados de forma justa y a confiar en un sistema de justicia imparcial. Ese país no es una distopía futurista ni una exageración: es México hoy, donde el gobierno avanza con la promesa de un cambio, pero a costa de desmantelar el diálogo, la diversidad de ideas y, en última instancia, el poder de la ciudadanía.

A pesar de que casi la mitad del país no votó por la administración actual, sus voces están siendo ignoradas, y eso tiene consecuencias profundas.

La desaparición de la transparencia

Ya no tendremos derecho a cuestionar cómo y en qué se gasta el dinero público. Con la desaparición del INAI, la transparencia queda en el olvido. El acceso a la información y la posibilidad de exponer casos de corrupción se debilitan, dejando el camino libre para la impunidad. ¿Quién se beneficiará? Los amigos del poder, quienes ahora pueden hacer y deshacer sin temor a ser expuestos.

Adiós a las regulaciones

A eso súmale la desaparición del IFETEL (Instituto Federal de Telecomunicaciones), lo que nos deja en el inicio de una nueva era para las telecomunicaciones, y no precisamente buena. Con este regulador fuera, las grandes empresas tienen el camino libre para fijar precios, controlar la calidad del servicio y hacer lo que les plazca. El terreno ahora pertenece a las compañías que decidan aprovecharse de la falta de control.

La justicia se convierte en una cuestión de suerte

Además, en este nuevo sistema, los derechos de amparo que deberían protegernos quedan en un limbo. Con la justicia alineada a los intereses del poder, perdemos uno de nuestros derechos más valiosos: defendernos. ¿Te topas con abuso de autoridad? No hay garantías de que los tribunales te respalden. En otras palabras, el amparo y la justicia son un lujo reservado sólo para unos cuantos.

Simplemente la supremacía constitucional es una clara amenaza a nuestros derechos. No es secreto para nadie que el partido guinda tiene mayoría en los Congresos, lo que hace más sencillo aprobar leyes y reformas que protejan sus intereses.

Monopolios disfrazados

La desaparición de la COFECE (Comisión de Competencia Federal de Competencia Económica) no es únicamente un tema de burocracia; es un golpe directo a nuestra economía. Sin regulación de competencia, se abre la puerta a que unos pocos se conviertan en proveedores exclusivos de bienes y servicios.

¿Qué significa esto? Precios inflados, abusos de poder, y un mercado donde las reglas las ponen los “compadres” del gobierno, mientras el consumidor paga el precio.

Energía más cara

Con la reforma energética y el protagonismo de la CFE, la inversión privada pierde interés, dejando a los usuarios con un servicio menos eficiente. Las tarifas pueden subir, y los apagones volverse una realidad constante. Y sabemos que en este esquema el ciudadano común es el que menos sale ganando.

Sólo una versión oficial

La falta de voces críticas en los medios de comunicación es un golpe a nuestra libertad de expresión. Los medios, dependientes de concesiones públicas, están bajo presión. La diversidad de opiniones y el derecho a la información se sacrifican, y con ellos, nuestro derecho a saber y a cuestionar. ¿Qué nos queda? Una sola narrativa, la que el gobierno quiere que escuchemos.

El costo de hacer negocios en un país sin ley

Invertir en México cada vez parece una apuesta de alto riesgo. Con un marco legal en manos del gobierno, el país se convierte en un terreno incierto. Para hacer negocios, es posible que se necesite algo más que un plan sólido: relaciones con el poder. Esta falta de seguridad ahuyentará a los inversionistas y dejará al país con menos oportunidades y más incertidumbre.

¿Esperanza? 

Este es el México que estamos dejando en manos de unos pocos, y el problema es real, pero parece que aún queda una luz de resistencia en las ciudades más urbanas del país, donde la elección pasada reflejó una oposición más sólida. 

Desde el ámbito local, existe la posibilidad de construir una voz que represente a todos los ciudadanos. Sin embargo, esta batalla no se ganará de un día para otro; requerirá esfuerzo, paciencia y una sociedad verdaderamente comprometida.


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