¡Disclaimer! Este post está lleno de momentos divertidos del ministro Laynez Potisek.
Hubo un tiempo en que los ministros de la Suprema Corte en México mantenían una relación bastante cercana y hasta “amistosa”. En esa época, la camaradería fluía y parecía haber una alianza sólida en defensa de la autonomía judicial.
Estos ministros compartían una visión común de proteger la independencia de la Corte frente a presiones políticas, actuando como un equipo sólido y alineado. Pero hoy, con la reforma judicial en puerta y la propuesta de elecciones populares para el Poder Judicial, parece que ese panorama de unidad se desmorona rápidamente.
Antes de que las tensiones políticas comenzaran a dominar la Suprema Corte, hubo momentos en los que la risa interrumpió la seriedad de las sesiones.
Uno de esos momentos memorables ocurrió durante la pandemia, cuando todo el mundo se adaptó al trabajo desde casa, y ni las ministras ni los ministros se salvaron de los accidentes cómicos. Un episodio viralizó cuando alguien olvidó apagar su micrófono durante una sesión del Pleno de la SCJN, y se escuchó el mítico “se compran colchones, tambores, refrigeradores, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que venda”.
También, en ocasiones los ministros, aunque solemnes en su trabajo, también se equivocaban al hablar, haciendo reír a todos en la sala.
En pleno debate sobre casos complejos, esos momentos de ligereza eran un respiro en medio de largas discusiones. Esos instantes de camaradería, entre risas y miradas cómplices, reflejaban una época en la que la Corte parecía funcionar como un grupo unido, a pesar de las diferencias. Ahora, con las renuncias masivas y cada nueva cosa que sale de la reforma judicial, el ambiente ha cambiado drásticamente. Las tensiones internas entre los ministros y las críticas externas han dejado poco espacio para la camaradería.
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