Este 25 de noviembre, las calles de la Ciudad de México se llenaron de verde y morado mientras miles de mujeres alzaban la voz en marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. El mensaje era claro y contundente: “No hemos llegado todas”.
Una frase cargada de dolor y reclamo que, para muchas, también era una directa hacia Claudia Sheinbaum, pues para muchas colectivas feministas el que ahora tengamos una presidenta no ha marcado diferencia en la violencia que enfrentan a diario millones de mujeres.
Una marcha que reclama justicia
La movilización comenzó en la Glorieta de las Mujeres que Luchan, donde desde las 4 de la tarde comenzaron a reunirse mujeres de todas las edades, muchas acompañadas de pancartas, fotos de víctimas y consignas que exigen justicia. El destino final: el Zócalo capitalino. Pero no era solo una caminata, era un recordatorio doloroso de las vidas perdidas por feminicidios y violencia, un grito colectivo que exigía un alto a la impunidad.
En el templete instalado frente a Palacio Nacional, las oradoras exigieron la despenalización del aborto en todo el país y señalaron la alarmante cifra de 12 feminicidios diarios. El mensaje era claro: “No llegamos todas, llegaron las de siempre, queremos decirle al Estado mexicano y sus instituciones que no vamos a dejar de tomar las calles, porque estamos agraviadas”.
Los rostros de la lucha
Entre las asistentes estaba Lidia Florencio Guerrero, madre de Diana Velásquez Florencio, asesinada en 2017 en Chimalhuacán. A pesar de que uno de los responsables fue sentenciado, Lidia sigue buscando justicia por los demás involucrados, y confesó que no tiene ninguna expectativa de este “gobierno feminista”. Mientras cargaba una pancarta con la foto de su hija, señaló que se siente más vulnerada que nunca.
Otra historia que estremeció fue la de Sandra de la Rosa, quien exigió justicia para su sobrina Azul, asesinada en marzo de este año. La Fiscalía insiste en catalogar el caso como suicidio, pero Sandra y las mujeres que la acompañaban gritaban con fuerza: “¡No fue suicidio, fue feminicidio!”.
Banderas, glitter y un mensaje que no se detiene
La marcha avanzó por Paseo de la Reforma, flanqueada por muros metálicos que protegían monumentos y edificios emblemáticos como Palacio Nacional y Bellas Artes. Pero eso no detuvo el mensaje: bordados, pancartas y consignas como “¡Ni una más!” y “Estado corrupto, por tu culpa estoy de luto” llenaron el aire.
Incluso, se izaron banderas de Palestina en solidaridad con las mujeres víctimas de violencia en otros rincones del mundo. Al llegar al Zócalo, las participantes hicieron un pase de lista con los nombres de mujeres víctimas de feminicidio y desaparición, dejando claro que su memoria sigue viva: “Martita Téllez, Ingrid Escamilla, Jessica Guzmán… ¡Presentes ahora y siempre!”.
La respuesta que nunca llega
El gobierno capitalino, encabezado por mujeres que se autodenominan feministas, no parece haber estado a la altura de las demandas. Para muchas asistentes, las bardas y las medidas de seguridad eran una prueba más de la falta de diálogo y empatía. “No queremos bardas, queremos justicia”, repetían algunas.
Mientras el bloque negro hacía acto de presencia cerca del final de la marcha, rompiendo las cortinas de algunos locales, una chelista interpretaba Bella Ciao bajo la bandera monumental del Zócalo, dándole un tono aún más emotivo al cierre de esta movilización.
Más que una marcha, un recordatorio
El 25N es un llamado urgente para visibilizar una crisis que sigue cobrando vidas. El reclamo de las mujeres en México sigue siendo claro: no todas hemos llegado, pero las que estamos aquí no dejaremos de luchar hasta que podamos caminar seguras y libres. Ni una menos, ni una más, porque todas somos necesarias y nadie merece quedarse atrás.
Deja un comentario