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Conoce Samuel Kishi, el director del capítulo más impactante de Nadie nos va a extrañar, una de nuestras series del año

Caifanes, VHS, jugos Boing de triangulito, y la ingenuidad ante el error de diciembre. Tardes sin celular en el Distrito Federal.  Esa es la nostalgia de los años 90

Seremos contundentes: con ocho capítulos que nos dolerán toda la vida, Nadie nos va a extrañar, disponible en Prime Video de Amazon, se ha convertido en un fenómeno de impacto cultural que ha marcado al menos a tres generaciones durante 2024.

La representación cruda y emotiva de la vida adolescente resuena en todos nosotros (incluso los que nacimos después del 2000), mostrando las luchas y emociones que muchos enfrentamos en nuestros ya lejanos días de prepa. El primer amor, la incomprensión de los padres y la soledad al creer que será imposible tener amigos. Por supuesto, también el corazón roto al pensar que acaba la mejor etapa de nuestras vidas </3

En el corazón de esta obra se encuentra Samuel Kishi Leopo, un director mexicano cuyo enfoque único ha dejado una marca imborrable en la narrativa visual de la serie

Por supuesto, no podemos dejar de mencionar a los guionistas Adriana Pelusi y Gibrán Portela, junto a Catalina Aguilar Mastretta, la co-directora que ha aportado su vasta experiencia al proyecto y que marcó el estilo visual del pilito, creado una serie que combina el dolor y la belleza de la juventud, abordando temas universales como la identidad y el suicidio adolescente.

Sin embargo, los episodios dirigidos por Kishi tienen algo mágicos en sus montajes musicales y ese capítulo que nos deja con un nudo en la garganta.

Filmografía de Samuel Kishi

A partir del tercer episodio, Samuel Kishi toma las riendas de la dirección, sumergiéndonos aún más en la profunda y significativa vida adolescente. Con una filmografía que abarca diversas temáticas y formatos, desde cortometrajes como Luces negras (2009), series documentales Juglares de Gol (2016) hasta proyectos como su spot documental Narradores indígenas, Acerca del drama de los calcetines (2010), Los Lobos (2019), y hasta un documental sobre el futbol tapatío.

Originario de Guadalajara, ha sido reconocido por su habilidad para dirigir y crear films conmovedores y auténticos. En su terruño desarrolló Mari Pepa y Somos Mari Pepa, un combo de corto que evolucionó a película que justamente retrata tardes de ocio adolescente, en este caso de una incipiente banda de rock que nos recuerda a Sex-o-bomb de Scott Pilgrim: tan malos que son buenos.

Entre los galardones que ha recibido por su trabajo se encuentran: un Ariel otorgado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, el León de oro en Cannes Lions festival of creativity, Ariel a mejor cortometraje animado, entre otros.

Kishi: El director de la adolescencia y sus claroscuros

Uno de los aspectos más fascinantes del trabajo de Samuel Kishi es su habilidad para capturar la transición de la niñez a la adolescencia de una manera profundamente íntima y auténtica. En sus películas, muestra esos claroscuros que nos marcan para siempre, cuando el peso de la realidad comienza a definirse ante nuestros ojos. 

Lo que antes parecía simple y lleno de posibilidades, se vuelve más complejo y a menudo más doloroso de lo que hubiéramos imaginado. Kishi logra reflejar con sutileza ese choque emocional, donde los sueños se enfrentan a las responsabilidades, y la inocencia se desvanece ante los desafíos de la vida adulta.

Uno de los proyectos más representativos de su enfoque en Somos Mari Pepa (2013) es la historia Alex, un adolescente de 16 años cuyo verano se ve marcado por la búsqueda de su primera novia, la creación de una canción junto a su banda de rock y la falta de mayores responsabilidades. Los diálogos despreocupados, con reiteradas conversaciones sobre chicas, el tono fresco de las actuaciones, y el movimiento de la cámara en mano, hacen que la película capture de forma auténtica la esencia de la adolescencia.

Alex está en su última etapa de juventud, pero las cosas empiezan a cambiar para él y sus amigos. La banda Mari Pepa comienza a desmoronarse cuando la madurez y las responsabilidades llaman a cada uno de ellos. El bajista se aleja del grupo tras empezar una relación amorosa, y el baterista es forzado por su familia a buscar trabajo. 

Uno por uno, los personajes son empujados a confrontar la realidad de crecer. Cada uno representa a una generación atrapada entre la presión de encajar y el deseo de encontrar su propio camino. 

En Los Lobos (2019), que narra la historia de dos niños migrantes que luchan por adaptarse a una nueva vida en Estados Unidos (basada en su propia experiencia), el director explora los miedos, la vulnerabilidad y la resiliencia que acompañan a este proceso de crecimiento. La película fue aclamada internacionalmente y demostró el dominio de Kishi en la creación de narrativas que, aunque centradas en la juventud, tienen una resonancia emocional universal.

Con Los Lobos, Samuel Kishi se consolidó como un cineasta capaz de capturar las emociones más profundas de sus personajes, con una perspectiva que va más allá del drama convencional. Su estilo narrativo íntimo y visualmente poético conecta al público con los protagonistas de manera visceral, haciéndonos partícipes de sus miedos, sueños y luchas.

El año del radio (2022), trata de la historia de Alex, un niño de siete años que es cuidado por su tía abuela que padece de demencia senil, quien también está a cargo de los hermanos menores de Alex. Esta es la primera incursión de Kishi en cortometraje de animación, su trama toca el tema de la pérdida y el duelo, temática por la que el mismo director ha mencionado tener particular interés.

¿Cuál es el episodio más impactante de Nadie nos va a extrañar?

¡OJO! HAY SPOILERS: El episodio siete, dirigido por Kishi, es considerado el más impactante de toda la serie, en este se aborda el suicidio juvenil. La forma en cómo utiliza las escenas y los planos para capturar la soledad y el sufrimiento de los personajes permite que los espectadores se sumerjan en sus realidades. 

Es importante destacar que el estilo melancólico y tierno de Catalina Aguilar Mastretta, en los primeros episodios, establece el contexto emocional que potencia la empatía del público hacía los protagonistas. Sin su sensibilidad y enfoque, el impacto del episodio dirigido por Kishi podría no haber resonado de la misma manera.

Este capítulo no sólo abrió nuevamente la conversación sobre la salud mental en la juventud, sino que a la par ha demostrado el compromiso de Kishi y Mastretta con contar historias que importan y nos llegan a cada fibra sensible de nuestro cuerpo.

Juntos, Kishi y Mastretta, han logrado crear un ambiente donde los jóvenes se sienten representados y comprendidos, abordando temas difíciles sin perder la conexión emocional que hace que la audiencia se sienta viva.

La música también juega un papel crucial en la serie, con melodías nostálgicas que acompañan momentos clave, intensificando la experiencia emocional. Las decisiones musicales refuerzan las luchas de los personajes y conectan a la audiencia con la época que representan. 

Kishi y Mastretta crearon algo único

A medida que Nadie nos va a extrañar continúa ganando popularidad, la influencia de Kishi y Mastretta se siente cada vez más en la industria cinematográfica mexicana. Lo que al inicio podría parecer una historia escolar más, poco a poco se fue convirtiendo en una serie difícil de olvidar, llena de personajes memorables y situaciones con las que todos como audiencia nos identificamos.

Episodio tras episodio, detalle tras detalle, absolutamente todo fue ganando profundidad y sentido con el paso de los minutos, hasta llevarnos al capítulo final que por muchos ha sido descrito como uno de los más emotivos. 

Tanto Kishi como Mastretta nos han regalado una auténtica historia sobre adolescentes mexicanos, cuidando hasta el más mínimo detalle para que se sienta realmente como regresar a los años 90, incluso si no viviste tu adolescencia en esa época. 

Su capacidad para abordar problemas contemporáneos y presentar personajes complejos está ayudando a redefinir las narrativas juveniles en el cine y la televisión. La forma en que ambos directores logran crear una conexión emocional entre los personajes y la audiencia es un testimonio de su talento y compromiso con el arte.

Con Nadie nos va a extrañar, Kishi y Mastretta hicieron algo más que una serie: han tejido una narrativa que invita a la reflexión y al diálogo. 

Su enfoque en temas difíciles, combinado con un estilo visual impactante de ambos y una dirección sensible, ha resultado en una obra que no sólo entretiene, sino que también saca a la luz las sombras que a menudo se esconden en la vida de los adolescentes. Desde donde nos arrojan preguntas que todo joven se ha hecho alguna vez: de todo lo que vivimos, ¿qué tanto olvidamos y qué tanto dejamos huella en la vida de los demás? ¿Seremos recordados o, en realidad, “Nadie nos va a extrañar”?

Primeros dos episodios dirigidos por Catalina Mastretta

Los primeros dos episodios, a cargo de Catalina Aguilar Mastretta, conocida por su trabajo en películas como Cindy la Regia (2020) y Las horas contigo (2014), ofrecen una sensibilidad única y un enfoque auténtico hacia el mundo juvenil mexicano, que nos engancha y permite explorar los retos y secretos de cada personaje de manera profunda.


Tenoch está ansioso por no perder su beca, Daniela es la novia secreta del matón de la escuela, y aunque Alex y Marifer son pareja, él se siente distante. Alex no solo ha perdido a su madre, sino que también empieza a descubrir su propia orientación sexual. A todo esto se le suma Memo, el chico nuevo que sólo busca aceptación.


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