Francia está viviendo un momento histórico y bastante crítico. Por primera vez desde 1962, el Parlamento francés aprobó una moción de censura contra el Gobierno. ¿Qué es eso? Es una herramienta parlamentaria donde las y los legisladores pueden votar para destituir al primer ministro y su gabinete si consideran que no están haciendo bien su trabajo.
¿El resultado? Michel Barnier, el primer ministro, tuvo que renunciar tras apenas tres meses en el cargo, convirtiéndose en el primer ministro más fugaz desde la Segunda Guerra Mundial. ¡Ni chance le dieron de acomodarse!
Todo empezó con un presupuesto súper polémico
Barnier propuso un presupuesto que recortaba 60,000 millones de euros para reducir el déficit fiscal (es decir, el dinero que le falta al país para cubrir todos sus gastos). Pero su idea no cayó nada bien en el Parlamento ni entre la gente.
¿La gota que derramó el vaso? Barnier vinculó la aprobación de este presupuesto con la supervivencia de su Gobierno. Esto significa que si los legisladores no aprobaban el presupuesto, su Gobierno automáticamente quedaría destituido. Básicamente, dijo: “Si no lo aprueban, me voy”.
Esto le dio a los políticos de la oposición, tanto de izquierda como de extrema derecha, la excusa perfecta para tumbarlo. Y así lo hicieron.
Los culpables del derrumbe
Según se sabe, dos figuras clave estuvieron detrás del colapso de Barnier:
- Jean-Luc Mélenchon, líder de la izquierda radical (LFI). Este partido, llamado La Francia Insumisa, es conocido por sus propuestas progresistas y su rechazo al gobierno actual. Mélenchon no sólo votó en contra de Barnier, sino que también está pidiendo que Emmanuel Macron, el presidente, renuncie y convoque elecciones anticipadas (aunque eso no está tan fácil).
- Marine Le Pen, líder de la extrema derecha (RN). Este partido, llamado Agrupación Nacional, que se supone tiene opiniones políticas distintas a las de Mélenchon, pero aquí ambos encontraron un enemigo común: el gobierno de Macron y Barnier.
Por ahí se dice que Le Pen decidió usar esta crisis para su propio beneficio político. ¿Por qué? Porque enfrenta un juicio por supuesta malversación de fondos europeos (usar dinero público de forma indebida).
Si la declaran culpable, podría ser inhabilitada políticamente por cinco años. Para ganar tiempo y presionar a los jueces, creó esta crisis política. Si logra que Macron renuncie y se convoquen elecciones presidenciales, ella podría ser la favorita, complicando cualquier sentencia en su contra.
Así funciona el Gobierno en Francia
Para entender el chisme bien bien, aquí te va una mini lección: Francia tiene un sistema semipresidencial, lo que significa que hay dos líderes principales:
- El presidente (Emmanuel Macron), quien es el jefe de Estado y representa al país en los asuntos internacionales. Se elige por votación popular y tiene un mandato de cinco años.
- El primer ministro (Michel Barnier hasta hace poco), que es como el director ejecutivo del gobierno. Aunque lo nombra el presidente, necesita el apoyo del Parlamento (la Asamblea Nacional) para mantenerse en el cargo.
El problema es que el Parlamento está dividido entre partidos de izquierda, derecha y extrema derecha, y nadie tiene mayoría. Esto hace que sea muy difícil gobernar, porque cualquier decisión importante necesita el apoyo de varios partidos.
¿Y ahora qué?
Con la renuncia de Barnier, Francia está en un limbo político porque no se pueden convocar elecciones antes del verano de 2025. Esto deja a Macron con varias opciones, pero todas complicadas. La primera es nombrar a un primer ministro de centroderecha, alguien que pueda negociar con el partido de Le Pen para aprobar un nuevo presupuesto.
La segunda, formar un gobierno tecnocrático, es decir, un grupo de expertos que no pertenezcan a ningún partido político y que puedan tomar decisiones de manera neutral (aunque esto es raro en Francia). Y la tercera opción es intentar una alianza centrista, juntando a partidos moderados para lograr una mayoría en el Parlamento, pero eso también sería complicado.
Por ahora, Francia no enfrentará un “cierre de gobierno” como en Estados Unidos porque hay una ley especial que permite seguir usando el presupuesto actual. Pero la incertidumbre política ya está empezando a afectar la economía, según advierten analistas financieros.
¿Qué opina la gente?
El ambiente en Francia está súper tenso. Según una encuesta reciente, el 64% de las y los franceses quieren que Macron renuncie. La mayoría lo culpan por disolver el Parlamento en julio, lo que desató este caos. Otros señalan directamente a Le Pen, acusándola de usar la crisis para protegerse de sus problemas legales.
Entonces, ¿qué significa todo esto?
Francia está en un momento clave de su historia. Con un Parlamento dividido, un presidente acorralado y una líder de extrema derecha jugando al límite, el futuro político del país es una gran incógnita.
Lo que está claro es que esta crisis no sólo marca el final de Barnier, sino que podría cambiar las reglas del juego para el futuro de Francia. ¿Qué sigue? Habrá que esperar a ver cómo se siguen desarrollando las cosas.
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