La próxima elección judicial no sólo viene complicada por lo que está en juego, sino porque el presupuesto está más apretado que nunca. Morena anda rascándole al cochinito y, para “ahorrar”, propone meter todas las candidaturas en una sola urna con boletas de diferentes colores. Sí, una especie de “surtido rico” electoral. Según la diputada Merilyn Gómez, esta movida “eficienta las elecciones”, aunque la verdad no muchas personas piensan lo mismo.
El INE, que ya sabe lo que va a costar organizar las elecciones, está pidiendo 13 mil millones de pesos para que todo salga bien. Morena, por su parte, dice que no pasa de 9 mil millones porque, sorpresa, no hay dinero. La presidenta de la Comisión de Presupuesto asegura que esto no pone en riesgo la seguridad del proceso, pero, ¿le creemos?
Por otro lado, el PRI está advirtiendo que esta falta de recursos podría tener consecuencias graves. El diputado Yerico Abramo dice que menos presupuesto significa menos casillas, y menos casillas significan menos accesibilidad para la ciudadanía. ¿El resultado? Un proceso que podría terminar controlado por estructuras políticas en lugar de ser verdaderamente ciudadano.
Pero aquí la pregunta clave es: ¿cuánto más estamos dispuestos a sacrificar en nombre de la austeridad? Recortar presupuesto a una elección que, en teoría, es más complicada que la presidencial, no sólo manda un mensaje de indiferencia hacia el proceso democrático, sino que deja claro que a Morena lo único que le importa es que la elección ocurra, no cómo ni bajo qué condiciones.
¿De verdad vale la pena arriesgar la legitimidad de una elección tan importante sólo para ahorrar unos pesos? ¿Nos van a entregar una elección confiable o una más que pasa de panzazo?
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