Luisa María Alcalde dice que la gentrificación es culpa del PAN, ¿qué tan cierto es?

En los últimos días, las calles de la Ciudad de México fueron testigos de la primera marcha contra la gentrificación, de un fenómeno que lleva años gestándose. Este proceso que convierte colonias enteras en escaparates de lujo para turistas, expulsa a los vecinos de toda la vida y convierte la renta de un minidepa en una pesadilla financiera.

En ese contexto, Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, salió a decir que la gentrificación es culpa del PAN. Durante una conferencia de prensa (en donde dio a conocer los temas que se abordarán en la siguiente reunión extraordinaria del Consejo de Morena), Alcalde dijo que el problema está “muy focalizado” en tres alcaldías: Benito Juárez, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo, todas gobernadas por la oposición.

Pero, más allá del pleito político, ¿realmente la gentrificación es un invento blanquiazul? ¿O el gobierno actual también ha tenido un papel más que protagónico en este problema que hoy explota en las calles?

Luisa María Alcalde responsabiliza a la oposición por la gentrificación en CDMX

Según Luisa Alcalde, el fenómeno de la gentrificación en CDMX está directamente relacionado con el llamado cártel inmobiliario, que operó durante años en Benito Juárez y otros puntos, favoreciendo construcciones ilegales, moches y cambios de uso de suelo sospechosos. 

Y sí, nadie niega que ahí hubo corrupción descarada. Pero culpar sólo al PAN es una forma muy cómoda de olvidar que Morena también aplaudió —y promovió— varias decisiones que aceleraron este proceso.

La misma Claudia Sheinbaum, en 2022, como jefa de Gobierno, se mostró feliz de la vida cuando anunció una alianza con Airbnb y la UNESCO para convertir a la CDMX en “la ciudad del turismo creativo”. No fue algo menor: ella misma invitó públicamente a trabajadores remotos de todo el mundo a vivir aquí.  

Y mientras tanto, vecinos de colonias como Roma y Condesa ya advertían que las rentas estaban por las nubes, que negocios de años se convertían en cafés aesthetic y que los vecinos de siempre estaban siendo desplazados. Entonces… ¿en qué quedamos?

Del “bienvenidos nómadas digitales” al “hay que regular Airbnb”

En ese mismo anuncio de octubre de 2022, Sheinbaum negó que el fenómeno estuviera vinculado a plataformas como Airbnb. “Eso es por la inflación”, dijo. Pero casi dos años después, la historia cambió: ahora, como presidenta, reconoce que sí, en efecto, hay especulación inmobiliaria asociada a estas plataformas, y que el costo de vida se ha elevado peligrosamente en varias zonas.

“Particularmente en la Condesa y en la Roma ya hay mucha especulación inmobiliaria derivada de la renta de Airbnb y todas estas plataformas digitales”, dijo esta semana. ¿Qué pasó con la ciudad que “lo tenía todo” para los trabajadores remotos del mundo?

El gobierno de la CDMX aplaudió, promovió e impulsó políticas que favorecieron a plataformas como Airbnb. Incluso se les facilitó operar sin una regulación clara que protegiera a los inquilinos locales. Mientras tanto, los precios se dispararon, negocios de barrio desaparecieron y la ciudad comenzó a cambiar de rostro.

Según el INEGI, más de la mitad de los comercios tradicionales en la colonia Roma desaparecieron entre 2020 y 2024, y el promedio de renta mensual ya supera los mil 500 dólares (sí, rentas en dólares lo que son más de 27 mil pesos mexicanos) en muchas zonas. ¿De verdad todo eso es culpa del PAN?

Y las víctimas de la gentrificación, ¿qué?

Mientras desde el poder se reparten culpas y se lavan las manos, la gente que vive (o vivía) en esas colonias lidia con la realidad: no puede pagar la renta, no encuentra vivienda accesible y ve cómo sus barrios se llenan de letreros en inglés, locales y edificios de cristal que nadie del barrio podrá habitar jamás.

Y si bien el PAN tiene una gran responsabilidad en el desorden inmobiliario de ciertas alcaldías, Morena no puede hacerse la inocente, especialmente cuando impulsó alianzas que incentivaron la llegada masiva de nómadas digitales sin mecanismos reales de control.

No es por echar culpas… pero sí

Luisa Alcalde dijo que “no es un asunto de echar culpas”, pero en la misma frase se encargó de responsabilizar a la oposición por el fenómeno. El problema es que ya no se puede tapar el sol con un dedo: gentrificar no es exclusivo de un color político, es el resultado de decisiones de todos los niveles de gobierno, de discursos cambiantes y de una ciudad entregada a la especulación.

Y ahora que la gente está saliendo a marchar, que se están rompiendo ventanas y que el enojo crece, parece que algunos apenas están entendiendo la magnitud del problema que ellos mismos ayudaron a gestar.


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